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«Nuestros dibujos respiran el aire de Euskal Herria y luego se pasean por el mundo»

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Mikel Urmeneta

Vasco universal

El director creativo de Kukuxumusu ha sido galardonado con el premio Vasco Universal junto con el director de fotografía Javier Aguirresorabe. Nacido en Iruñea el día de Navidad de 1963, Urmeneta ha difundido la cultura de Euskal Heria por medio mundo imprimiéndole un trazo irreverente, surrealista e infantil. El lehendakari de Lakua le entregará el premio el próximo 1 de julio.

Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

A Mikel Urmeneta le fascina el cambio. Vive a caballo entre Iruñea y Nueva York desde 1994. Actualmente, la mayor parte del año la pasa en Manhattan, donde ha cambiado ya siete veces de residencia. Por ahora, aguanta en Union Square, aunque no descarta trasladarse de nuevo. El inconformismo de este hombretón que dibuja como un niño le ha convertido en el emisario más surrealista que tiene la cultura vasca.

¿Sorprendido de haberse convertido en Vasco Universal?

Soy el tercer navarro que recibe este premio, y ojalá que en el futuro sean muchos más. Por un lado, significará que los navarros están haciendo cosas interesantes fuera de su tierra y, por otro, estará recordándonos lo que siempre fuimos: vascos.

Pero, sin duda, su perfil no es el del vasco típico, cerrado. ¿Se rompe un mito?

No sé exactamente si la concesión de este premio pretende romper el mito, pero sí es cierto que somos no sólo cerrados, sino cuadriculados. Aunque sea parte de nuestro encanto, hoy en día no tiene mucho sentido encerrarse en el caserío. Es bonito aprender del vecino y divertirse con él.

Después de tantos años, ¿es capaz de escoger un dibujo?

Me gusta mucho un dibujo que hice hace tiempo de una pajarita de papel y un pollo frito enamorados. Puede contar muchas cosas y, a la vez, es muy surrealista. Hace unos años hice un segundo logo de la empresa: una gran caca con unas moscas revoloteando a su alrededor y puede leerse: «Kakaxumusu, The Shit Factory». Hay gente que se queda desconcertada con esto, incluso los directivos de una marca que no voy a decir, gracias a este dibujo, se fueron de una reunión pensando que les estábamos tomando el pelo. Ahora somos grandes amigos y trabajamos en proyectos comunes.

¿Cómo empezó a dibujar? Creo que le viene de familia.

Los fines de semana los tres hermanos pequeños íbamos al campo con mis padres, al volver a casa, mi padre nos proponía dibujar todo lo que habíamos visto. Mi padre era un pintor de fin de semana. Dibujaba muy bien y muy rápido y era un gran acuarelista. Mi madre, en sus ratos libres, pintaba al óleo o con acuarelas. Desde pequeños nos incentivaron a que dibujáramos, lo que no suponían era que también lo íbamos a hacer en clase. Yo fui un malísimo estudiante, acabé expulsado de dos institutos y ya no pude seguir malestudiando. Al final, lo que era una afición se convirtió en mi profesión. Me gusta dibujar de forma muy sencilla para poder contar burradas y que éstas queden diluidas en ese trazo infantil. Pero el mensaje sigue ahí. Mi hermano Asisko era mejor estudiante y mejor dibujante. Su estilo se adapta más al cómic, a las animaciones... Para currar en Kukuxumusu, tuvo que prostituirse un poco y copiarme. Yo nunca podría copiarle a él, no por falta de ganas, sino por incapacidad. Eso sí, su paleta de colores es pésima.

Queda claro que usted tiene una estética propia pero, a su vez, sus dibujos hunden sus raíces en elementos propios de la cultura vasca.

Desde que nacimos, nos empeñamos en que se supiera de donde veníamos. Nuestros dibujos respiran el aire de Euskal Herria y luego se pasean por el mundo.

Algo parecido a su propia historia. ¿Cómo es la vida de un vasco en Nueva York? ¿Cómo nos ven desde allá?

Lo bueno de Nueva York es que te propone muchas cosas cada día. A la noche te da la sensación que has vivido una semana en 24 horas. Lo que a los neoyorquinos (y a medio mundo) más les extraña es que en Iruñea suelten toros bravos por la calle.

¿Queda lugar para la nostalgia?

La verdad que en Nueva York hay casi de todo. Incluso preciosos bosques y alucinantes playas a 45 minutos del centro de Manhattan. En la ciudad puedes comprar desde patxarán o txakoli hasta pimientos del piquillo. Lo que no hay manera de encontrar es tu pasado.

actitud

«Los vascos no sólo somos cerrados, sino cuadriculados. Aunque sea parte de nuestro encanto, no tiene mucho sentido encerrarse en el caserío»

el trazo

«Me gusta dibujar de forma muy sencilla para contar burradas y que éstas queden diluidas en ese trazo infantil. Pero el mensaje sigue ahí»

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