Siento la sonrisa bailando en los ojos de Santi en 1988, cuando fuimos convocados a formar el Área Socioeconómica de la izquierda abertzale. Cuánto te admiraba ya y, como a lo largo de los años compartidos, mi único sueño era llegar a tu edad con tu mismo espíritu creador reviviendo cada día. Tu sonrisa eterna se sabía dueña de un futuro donde realidad y utopía se darán la mano.

Veintidós años compartidos desgranado palabras, enlazándolas en significados nuevos para la nueva Euskal Herria: Socialismo identitario vasco, participación social activa...

Santi, tu vida queda entrelazada con nuestro futuro, tu pensamiento creativo se ha vaciado en argamasa para solidificar los cimientos de la nueva Euskal Herria que imparablemente se alza; tu ser entero se ha desparramado entre el legado de toda una vida militante recogido en tus múltiples obras (algunas aún inéditas) que en ésta y venideras primaveras están siendo esparcidas para hinchar de simiente nuestra tierra.

Santi, gracias por el regalo que me estás haciendo mientras esto escribo, el regalo de tu aliento, de tu verdadera presencia. Aquí y ahora me llevas a sentir que somos uno, que somos un alma colectiva, somos un pensamiento transversal de lo que ha sido, es y será este pueblo.

Lo dice Galeano: «Quien nombra llama. Y alguien acude, sin cita previa, sin explicaciones, al lugar donde su nombre dicho o pensado lo está llamando. Cuando eso ocurre, uno tiene el derecho de creer que nadie se va del todo mientras no muera la palabra que llamando, llameando, lo trae».

Te pregunto: ¿tenemos un espléndido pasado por delante? Y me respondes: Para los navegantes con ganas de viento, la memoria es un puerto de partida.

Santi, henchidos de memoria, llamando y llameando nombres estamos girando la quilla del barco hacia el horizonte por ti soñado y que juntos alcanzaremos.

Gracias Marilo, por compartir a Santi hasta el final.