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Plan de rescate a Grecia de la Eurozona

La comedia europea en la tragedia griega

 

Una película que a menudo suelen echar en televisión tiene una escena bastante ilustrativa de lo que ocurre  hoy en día con los bancos y también con los países. Se trata de la película “Qué bello es vivir”, de Frank Capra. Hay un momento en el que el protagonista entra en el banco que dirige y se encuentra con multitud de personas asustadas porque han oído que se ha desatado una crisis y reclaman que se les devuelvan sus ahorros. En un primer momento, el protagonista, James Stewart, intenta explicar a la gente que él no tiene sus ahorros, que se lo ha prestado a otras personas. Por ejemplo, el dinero del depósito de la señora Smith se lo ha dejado al señor Howard para que arregle su establo, que el dinero de la señora Wilson lo tiene la señora Harris que lo ha invertido en una tienda, y así sucesivamente. Pero la gente no se aviene a razones y el bueno de James saca un fajo de dinero, que si no recuerdo mal tenía reservado para su luna de miel, y empieza a repartirlo entre los enfadados clientes: a algunos les devuelve todo, otros sólo se llevan una parte y así consigue calmar los ánimos. Al final despacha a todos los clientes quedándole únicamente un dólar que guarda en una cajita. Ha salvado el banco.

Los bancos recogen los ahorros de la gente, que los deja a corto plazo, y prestan ese dinero a otros clientes a largo plazo, por lo tanto nunca están en condiciones de devolver todo el dinero a la vez. Si algún día, por la razón que sea, tienen que devolver más dinero de lo esperado se pueden encontrar con que no tienen suficiente para atender a todos sus clientes. A esta situación los economistas le llaman crisis de liquidez. No pasa nada si al día siguiente y en los sucesivos la gente sigue devolviendo sus préstamos con normalidad. Sin embargo, si los clientes empiezan a no poder devolver los créditos porque han hecho malas inversiones, el banco tiene un problema. Ya no se trata de una crisis de liquidez, sino, como dicen los economistas, una crisis de solvencia. Para entendernos, el banco va hacia una quiebra segura. Como se ve, la línea que separa una cosa de otra es muy sutil. Y resulta difícil determinar a simple vista cuál es el problema. Un banco puede quedarse un día sin dinero contante y sonante, pero si se dispara la alarma, todo el mundo intentará recuperar aunque sea algo y entre todos ahogarán al banco, convirtiendo una crisis de liquidez en una crisis de solvencia. De la misma forma, si se queda sin dinero porque no puede recuperar los créditos, el banco intentará dar la impresión de que se trata de un error de cálculo aislado para que la gente continúe confiando y así poder esperar tiempos mejores. De modo que ante la menor dificultad hay que actuar con rapidez, como hizo el bueno de James en la película, llenando de dinero el mostrador y demostrando a la gente que grita en la ventanilla que no hay ningún problema con sus ahorros y con la solvencia del banco, y así hasta que se tranquilicen. Precisamente de esta forma algunos bancos consiguieron salvar el pellejo durante pasadas crisis.

Y esto es precisamente lo que no está haciendo la Unión Europea con Grecia. Primero dijo en la reunión de Bruselas en febrero que abriría la caja fuerte. Más tarde, en marzo, antes de que comenzara la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, dijo que ya tenían la llave y la combinación de la caja, pero los que están en el mostrador continúan sin ver un euro y además están cada vez más enfadados. Y ahora, en abril, Grecia pide oficialmente ayuda y empiezan a decir que van a abrir la caja pero después de poner los papeles en orden. Total, que en vez de actuar rápidamente para disipar cualquier tipo de temor siguen haciéndose los remolones. Cuanto más se retrase más difícil y más caro resultará el rescate. Si al principio podía haber dudas sobre la capacidad del Gobierno griego para bajar los gastos y subir los ingresos, ahora ya nadie confía en que pueda hacerlo.

Da la impresión, y no es por ser mal pensado, que de lo que se trata no es de ayudar a Grecia sino todo lo contrario, de hundirla, obligarla a que suspenda el pago de la deuda como no hace tanto hizo Argentina, y dejarla fuera de la zona euro. A fin de cuentas Grecia es poca cosa y todo el mundo sabe que el poder al euro se lo da la economía alemana. De esta manera se da una lección ejemplar a los "tramposos" y un buen golpe a los combativos sindicatos griegos. Y de paso una colleja en el pescuezo griego al resto de estados mediterráneos para que vayan aprendiendo la lección.

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