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Derbi vasco en el Sadar

Más anécdotas que fútbol en el derbi más extraño en mucho tiempo

Osasuna y Athletic se jugaban todos sus objetivos en la liga, a sólo cinco partidos del final. Sonaba a partido grande, pero la ubicación del lunes empezó a descafeinarlo, el bochorno reinante creó un escenario de partido veraniego, y los 90 minutos se convirtieron en una refriega intensa pero intrascendente, que deja todo pendiente... y que dejó también al público con las ganas. A la postre, hubo más anécdotas que contar que fútbol que analizar.

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Ramón SOLA | IRUÑEA

  Lunes, la última gota para terminar de aguar un derbi

La Federación de Peñas Osasunistas expresó su malestar con una pancarta a la altura del centro del campo: «El fútbol, de la afición, no de la televisión. No al fútbol los lunes». Para ellas, la elección ha sido una pésima faena, porque el domingo se había convocado el Día de las Peñas, y ya no queda más fecha libre que el último partido contra el Xerez (el penúltimo en casa, contra el Deportivo, toca también en miércoles).

Pero no sólo la televisión tiene la culpa. Antes llegaron las decisiones de las directivas, contrarias a cualquier lógica comercial, de subir los precios en este tipo de partidos. La entrada más barata ayer para los «no socios» costaba 45 euros, así que los aficionados rojiblancos eran contados, y entre ellos había casi más trajes que mochilas y botas de vino. Osasuna argumenta que el Athletic empezó antes. Es igual. El caso es que los dos clubes tiraron por la borda incluso la opción de hacer buenas taquillas en la Copa, cuando el bombo les emparejó el año pasado.

El caso es que el partido estuvo lejos de lo que se espera de un derbi, sobre todo en los prolegómenos. Los bares se lamentaron y las gradas casi también, porque hasta quince minutos antes la imagen era casi desoladora. Al final, 18.215 espectadores, que no son pocos pero que podían ser muchos más.

Pobres derbis. Entre todos los matan y luego dirán que ellos solos se murieron.

Cuatro navarros   leones, uno a siete según las fuentes

«Que no son de Lezama, que son de Tajonar» fue el cántico con que la grada reivindicó la procedencia de varios jugadores del once bilbaino. Para ser fieles a la realidad, ayer había entre ellos cuatro navarros: Iraizoz, San José, Gurpegui y Javi Martínez. Sin embargo, entre los aficionados de casa hubo quien contó hasta siete, porque incluía en el lote a Fernando Llorente -nacido circunstancialmente en el hospital de Iruñea-, a Orbaiz -que se cayó a última hora por una lumbalgia- y hasta a Koikili, ya que pasó de modo efímero por Osasuna Promesas cuando ya no era ningún chaval.

Sobra decir que desde el otro bando las cosas se veían muy diferentes, y se remarcaba que en realidad sólo uno de los leones del once inicial fue criado futbolísticamente en Tajonar: Javi Martínez. Y tampoco es mentira.

Dos torres, 388 centímetros, para frenar a Llorente

Camacho tenía bien claro dónde estaba el peligro rojiblanco. Llorente venía de dejar en evidencia a Krutxaga y Josetxo en sus últimos choques con los rojillos, así que el murciano se decantó por los centímetros. Dos torres gemelas, Sergio (1,91) y Roversio (1,87), se repartieron el auténtico «marrón», y cumplieron.

Lo del brasileño se confirma como un auténtico expediente X. Este año sólo ha jugado para marcar a Higuaín, el delantero centro más letal de la liga, y a Llorente, quizás el más poderoso. Que a Camacho no le valga este jugador para el resto de arietes resulta algo realmente complicado de entender. Y de explicar, a tenor del modo en que despachó la cuestión en la sala de prensa.

Etxaide y Ustaritz, fuera de sitio, con apuros y con susto

El partido era especialmente difícil para dos centrales reconvertidos al lateral y que tuvieron vidas paralelas durante el partido. Ustaritz tuvo que cubrir la ausencia de Iraola en la derecha y tuvo muchos problemas cuando Camuñas le encaró, tarjeta amarilla incluida. Para Etxaide era sólo el segundo partido, y encima en el lateral al que está menos acostumbrado. Caparrós le hizo un favor evidente dejando en el banquillo a Susaeta y poniendo ahí a Gurpegui, un jugador mucho más previsible. Nada más entrar en el campo, «Susa» le montó un buen lío y estuvo a punto de estrenar el marcador.

Para colmo, ambos terminaron tocados. El navarro se fue con problemas musculares y Ustaritz dio un susto enorme en una caída, sin males mayores.

Tablas y deportividad en    el derbi de Aiegi

El morbo estaba servido en la posición de medio centro, porque no es nada habitual que se enfrenten dos jugadores de un pueblo tan pequeño como Aiegi y de la misma cuadrilla. Hubo tablas, e incluso papeles intercambiados: Javi Martínez se em- pleó más en la destrucción, y Rúper hizo algún slalom que parecía más propio del 24 rojiblanco. Imperó la deportividad: Javi fue el primero que acudió a auxiliar a Rúper cuando se le subieron los gemelos.

Ricardo y Teixeira se sumaron a los despropósitos

En un partido de poca calidad general, hubo circunstancias de auténtica traca, como cuando Ricardo decidió intentar sorprender a Iraizoz lanzando una falta desde su propio campo. O cuando Masoud se interpuso en un intento de disparo de su compañero Vadocz y se llevó una buena patada del húngaro.

Pero la palma se la llevó Teixeira Vitienes, a quien en su día el ex rojillo Pablo García definió como el peor árbitro del mundo. No es habitual que en sólo 90 minutos tenga que rectificarse a sí mismo en dos córners que intercambió por saques de puerta. En el primero de ellos, hasta pareció pedir perdón a la grada.

 

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