GARA > Idatzia > Kultura

«La ópera tiene necesidades diferentes hoy, pero eso no la hace mejor ni peor»

p040_f01_148x244.jpg

Maite Beaumont

Mezzosoprano

Protegida del gran director Alan Curtis, con quien grabó varias óperas de Vivaldi y Haendel, la joven soprano navarra ha construido una carrera gradual y sólida desde sus inicios en un estudio de ópera de Hamburgo hasta su éxito actual. Estos días, y tras hacerse de rogar unos cuantos años, debuta por fin en ABAO con un personaje que se le da especialmente bien, el Cherubino de «Las Bodas de Figaro», de Mozart.

Mikel CHAMIZO | BILBO

Maite Beaumont canta estos días en Bilbo el papel mozartiano que le ha deparado un gran éxito en varios teatros europeos. Se trata de Cherubino, el paje adolescente enamorado de todas las mujeres de palacio, un rol que, para Beaumont, es «muy agradecido porque, además de esas dos arias tan famosas, que todo el mundo conoce, da mucho de sí a la hora de actuar». Un personaje «muy primaveral», según Beaumont, el que ha elegido para debutar en la Asociación Bilbaina de Amigos de la Ópera (ABAO).

Hemos tenido que esperar hasta estas «Bodas de Fígaro» para verla debutar en una ópera de la ABAO, y eso que es usted de Nafarroa. ¿Por qué ha pasado tanto tiempo?

Ha sido debido a un cúmulo de situaciones, pero sin ser culpa de nadie. La ABAO me llamó en 2008 para cantar en «Dorabella», pero al final me puse enferma y no pude hacerlo. Tenía muchas ganas de venir a Bilbo, y ahora esta oportunidad para interpretar a Cherubino es una ocasión estupenda para hacerlo. Además estoy a dos horas de mi casa, de mis padres y del resto de mi familia, así que lo estoy disfrutando mucho.

Las tres féminas protagonistas de estas «Bodas» son de un ámbito territorial muy cercano, Ainhoa Garmendia, de Gipuzkoa, usted, de Nafarroa y María Bayo, de Zaragoza. ¿Es simple casualidad o algo pasa por el norte para que surjan tantas buenas voces?

Lo que hay es una tradición coral impresionante, muchísima gente que ama la música y que la practica cantando en un coro. En Euskal Herria es un fenómeno bastante impresionante que no se da en igual medida en otros lugares. Yo también empecé así, cantado en coros, en la capilla de la catedral, etcétera. Algunos pocos de nosotros tomamos la decisión de dedicarnos profesionalmente al canto, de estudiar en el conservatorio e irnos al extranjero. Somos las cabezas más visibles, pero la materia prima que hay por aquí, la cantera, es buenísima. Son diamantes en bruto que al final se quedan sin pulir. Es muy importante, también, la afición que existe por el arte del canto. La ABAO y la AGAO (Asociación Gayarre Amigos de la Ópera de Nafarroa), en ese aspecto, hacen mucho, están apostando por un resurgir de la ópera en Euskal Herria, apuestan por producciones nuevas, y el público responde y llena el Baluarte y el Euskalduna.

Su carrera comenzó realmente en Hamburgo. ¿Cómo llegó hasta allí?

Me fui a Alemania porque es un lugar que mi familia siempre ha tenido en muy alta estima, uno de los países con más y mejor tradición musical además de un centro importantísimo para la ópera y el canto. Es el lugar ideal para desarrollarte y trabajar mucho. Mi hermana Francisca ya estaba allí, estudiando en Colonia, y gracias a eso yo ya conocía un poco el país, había estado un verano y estaba completamente segura de que quería irme para allá, pero a Hamburgo, para estudiar con una profesora que había conocido. Tuve que empezar desde cero, pasé el primer año como un niño que aprende a hablar, pero la mentalidad en Hamburgo, la forma de vivir que tienen allí, iba muy bien con mi propio carácter. Poco después me cogieron en la Opera Studio, luego en el Ensemble, y así pude debutar todos los papeles del repertorio que manejo hoy en día. Fue una gran escuela, porque lo más difícil de hacer un personaje es debutarlo, quitarte a ti misma el miedo de la primera vez.

Ha cantado muchísimos papeles pequeños, comprimarios, sobre todo en Alemania. ¿Qué diferencia ve usted entre forjarse una carrera así, frente a los cantantes que alcanzan el éxito quizá demasiado jóvenes y de la noche a la mañana?

Realmente es muy importante irte curtiendo poco a poco, porque al final llegará el momento de los papeles grandes y uno necesita estar preparado para ellos y abordarlos con tranquilidad. Es muy alentador que te ofrezcan grandes papeles cuando todavía eres muy joven, y muy difícil decir que no aunque todavía no estés preparado del todo para hacerlos. Es también una cuestión de carácter: normalmente uno peca de no o de sí. Mi carácter es de ir poco a poco, probando, y cuando finalmente me han propuesto hacer un papel principal lo he aceptado porque he visto que iba sobrada para hacerlo. Ser cantante es difícil: viajas mucho, sufres distintas temperaturas, no estás en tu casa, sino en hoteles, y todo eso te cansa y afecta físicamente, y el físico es en realidad tu instrumento. Por eso, uno tiene que preparar un personaje al ciento veinte por cien para poder dar luego el cien por cien sobre el escenario. Pasa lo mismo con los deportistas. Hay que ser coherente. Hay cantantes que tienen mucho coraje y que les gusta probar, y otros que son en exceso prudentes. Villazón es de los primeros, y al final tuvo que hacer una pausa porque estaba forzando demasiado.

Está teniendo mucho éxito con Haendel, Mozart y Rossini. ¿Quiere llevar su carrera por ese camino?

Por mi tipo de voz buscaba dedicarme a ese repertorio y afortunadamente lo estoy haciendo. Pero no me quedo sólo en esos tres compositores. Me encanta hacer nuevas cosas y espero que con los años se vayan abriendo nuevas puertas.

En alguna ocasión la han comparado a usted con Teresa Berganza. ¿Qué le parece esto?

Pues me encanta. Ha sido la mezzosoprano española por excelencia, y en todo el mundo me han hablado de ella con mucha admiración. La verdad es que aquí hemos tenido y tenemos unos cantantes impresionantes.

Bueno, en cierta ocasión usted declaró que hoy ya no existe el nivel vocal de antaño.

Lo que creo es que en tiempos de Karajan había unos cantantes de un nivel impresionante, que fue un clímax en la historia del arte lírico. Hoy en día las cosas son diferentes. Ahora los montajes tienen más brío, son más frescos, los recitativos son más hablados, se actúa mucho más. Antes no era así, muchos cantantes salían a cantar su aria, hacían un par de aspavientos, y estaba bien porque la gente iba a la ópera a escuchar buenas voces. Pero ahora, con la televisión y el cine, el aspecto audiovisual ha recobrado mucha fuerza, y a la ópera también se la está llevando a ese terreno. Ahora se buscan cantantes que se muevan muchísimo por el escenario y que actúen muy bien. Las necesidades son otras, y eso no hace a la ópera ni mejor ni peor. Pero claro, la escuela de canto de antes... ¡era otra época!

Un salto de la sociología a la ópera

La familia de Maite Beaumont procede de Agoitz, el pueblo donde firmaron la paz los Beaumonteses y los Agramonteses, familias nobles enfrentadas por su filiación con los Reyes Católicos y que dejaron en herencia a los habitantes de la localidad navarra sus apellidos francófonos. No es la única peculiaridad de la familia de la mezzosoprano, pues se trata de una estirpe de músicos profesionales. También la hermana de Maite, Francisca Beaumont, es una soprano bien conocida. «Todo esto viene de familia -explica la mezzo-, mi madre ha dirigido siempre un montón de coros, yo y mis hermanas la hemos visto dirigir en muchas ocasiones, también en festivales. En cuanto a mi padre, aunque no ha cantado profesionalmente, sí que ha sido un activo coralista y ha estado en el Orfeón Pamplonés». Pero, aunque Maite nació «en un ambiente en el que siempre ha estado presente el amor por la música y por el canto», decidió estudiar la carrera de sociología antes de tirarse definitivamente a la piscina de la ópera. «En este mundo uno nunca sabe al principio si va a poder dedicarse a ello -explica Beaumont-. No podía pensar que algún día alguien me preguntaría sobre mi trabajo y yo podría responder 'soy cantante de ópera'». Estudio sociología paralelamente a sus estudios musicales, cuando ya comenzaba a destacar con pequeños papeles y solos en el ambiente musical iruindarra. «Fue al acabar sociología cuando decidí ir a estudiar al extranjero. Me fui a Hamburgo y allí es donde empezó todo realmente», afirma con contundencia.

No obstante, Beaumont reconoce que todavía le queda algo de su faceta de socióloga cuando canta óperas. «Cuando voy a cantar a diferentes países me gusta analizar las diferentes culturas y mentalidades. Es muy interesante para un cantante, porque `La bodas de Figaro' siempre son las mismas aquí o en Munich, pero la gente, el público, la forma de hacer y trabajar en los ensayos, no lo es». Rememora la vez que estuvo cantando en Chicago: «Tenía la sensación de irme lejísimos, pero una vez allí me di cuenta de que la música es algo que nos une a todos en todo el mundo. Nos juntamos un americano, un italiano, un francés... pero todos hablábamos el mismo lenguaje». Además de cantar, a Beaumont le gusta mucho escribir y solía publicar en el «Diario de Navarra» impresiones sobre la vida en Alemania, vistas por una navarra. «Pero ahora tengo tanto trabajo cantando que no me queda tiempo para seguir haciéndolo», se lamenta, en realidad algo satisfecha, la cantante. M. C.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo