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Ibon García, el mejor nadador vasco de sincronizada

La natación sincronizada en sus inicios fue un deporte de hombres, como la mayoría. Luego, antes de que Esther Williams y su «Escuela de Sirenas» enseñaran al mundo a través del celuloide aquellos hollywoodienses ballets acuáticos, ésta disciplina que combina natación, gimnasia y danza era ya un coto femenino. La competición internacional oficial no admite a los hombres y el campeón vasco debe limitarse a las territoriales.

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Miren SÁENZ I

Ganguren Igeriketa Elkartea es un club joven y pequeño de Etxebarri. En sus cuatro años de vida nunca había concitado la atención de los medios de comunicación. La natación, salvo excepciones, no suele deparar por estos lares demasiados titulares y menos la sincronizada. La victoria de Ibon García en el Campeonato de Euskadi de sincro provocó el milagro. Manoli Murillo, presidenta del club vizcaino, lo confirma en una breve conversación telefónica: «Llamaron todos los periódicos, las radios y hasta ETB». También Irune Ovejas, la entrenadora de Ibon, admite que incluso el propio nadador se sintió «agobiado. No está acostumbrado a algo así, pero luego ya bien».

Y es que en el último certamen vasco el único asistente masculino obtuvo la mayor puntuación de los 56 participantes. Los jueces premiaron sus figuras, algo más exigentes para los de categoría absoluta, la suya. «Lleva cuatro años compitiendo y normalmente suele conseguir buenas clasificaciones. Ya había ganado una plata en el Campeonato de Escuelas, en Madrid», recuerda Irune pero fue en el certamen invernal, en casa, cuando su historia trascendió.

Claro que el campeón vasco, de 18 años, se tiene que limitar a las pruebas territoriales. La Federación Española de Natación (FEN) sólo permite competir a los niños de categoría infantil y alevín. «Siguen las indicaciones de la Federación Internacional y la FINA no admite chicos en las competiciones oficiales. La FEN lo ha asumido, porque hay federaciones de distintos países que permiten a los chicos competir en sus campeonatos estatales, pero la Española no». Aquí, la Federación Vasca no le ha puesto ninguna pega y en verano pretende competir en Asturias sin problemas, eso sí, estas y las exhibiciones son sus únicas opciones.

Irune ha sentido «impotencia. Porque yo sí creo que él tiene muchas cualidades y entrenando más podría ir y competir». Tiene claro que no está la altura de las mejores -Gemma Mengual ha puesto el listón muy alto- y que la posibilidad de participar en otra escala de campeonatos estaría en la creación de la categoría masculina: «La pega no es competir con chicas, el problema es que hay pocos chicos. En Catalunya hay bastantes, pero en alevines e infantiles», cuenta su preparadora.

En el programa olímpico son muchos los deportes que en su recorrido han incorporado la categoría femenina a numerosas disciplinas, lógico teniendo en cuenta las carencias. El próximo será Londres'2012, donde las mujeres boxearán. El caso contrario es menos habitual, pero hay precedentes en solicitudes. En 2004, al estadounidense Bill May, toda una figura de la danza acuática, no le permitieron competir en los Juegos de Atenas asegurándole que «el suyo era un deporte de mujeres».

En solo y en equipo

A la madre de Ibon le gustaba la natación, así que se sacó la titulación y empezó con una escuela de sincro en Gallarta. Allí fue donde el de Barakaldo se inició como nadador a los siete años hasta que con once lo compaginó con esa rutina de movimientos elaborados al ritmo de la música. Después decidió entrenar con el Easo donostiarra para regresar a tierras vizcainas hace un par de años, cuando se abrió su actual escuela en Etxabarri.

Ibon participa en el combo y en solo, aunque su entrenadora adelanta que este año quizás también lo haga en dúo. Las competiciones de figuras no requieren esa estética que comparten con las gimnastas de rítmica, pero sí las coreografías de rutina. En equipo, con las chicas maquilladas y con lentejuelas y el cabello embadurnado de cola de pescado -esa gelatina que endurece el pelo- él comparece con la cara lavada y es uno más. «Antes los movimientos eran más redondeados, más femeninos. Pero ahora son muy explosivos. Por eso sorprende que no puedan competir los chicos», opina la técnico.

En la élite se trabaja a destajo. Las Anastasias rusas, Mengual y compañía practican jornadas interminables repartidas en clases variadas que incluyen desde la natación a la sensibilidad. Mientras en el famoso Kallipolli catalán invierten tres o cuatro horas diarias, los clubes vascos se conforman con cinco semanales. Para entrar es necesario saber nadar a crol, braza y espalda porque «la mariposa les vamos enseñando. Es importante que les guste el agua y tengan ganas de aprender», matiza Irune. Destaca entre las ventajas de la disciplina que mejora la flexibilidad y la técnica de natación porque corrige fallos, la expresividad, el trabajo en grupo, la apnea -se aprende a aguantar la respiración debajo del agua- o la dureza de piernas.

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