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marea negra en el golfo de méxico

EEUU dice que podría necesitar tres meses para detener el vertido

La marea negra provocada por un accidente en una plataforma petrolera en el golfo de México está lejos de solucionarse, ya que la propia Administración estadounidense reconoció que pueden ser necesarios tres meses para detener el vertido. Según pasan los días, la mancha aumenta notablemente de tamaño y las condiciones meteorológicas no colaboran a la hora de intentar minimizar los daños en una zona de alto valor ecológico.

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El secretario de Interior de EEUU, Ken Salazar, dijo ayer que podrían ser necesarios tres meses para lograr «la solución definitiva» en el vertido de petróleo en el golfo de México.

Esta solución implica la construcción de un pozo alternativo a través del que se inyectaría un líquido más pesado que el petróleo que actuaría como una especie de tapón e impediría que el crudo siguiese fluyendo a la superficie.

Ese pozo de alivio estaría a unos 4.800 metros de profundidad y su perforación podría llevar unos tres meses.

Hasta que eso se logre, explicó ayer Salazar, en declaraciones a la televisión NBC, «un montón de petróleo podría seguir fluyendo». El pozo marino vierte cada día, según las estimaciones oficiales y de British Petroleum (BP), la empresa concesionaria de la plataforma que estalló el pasado día 20, alrededor de 800.000 litros de petróleo al mar.

Algunos expertos consideran que la estimación es extremadamente baja y calculan que la cifra de vertido podría ser cinco veces mayor, de unos cuatro millones de litros de crudo diarios.

Varios medios de comunicación, entre ellos «The Wall Street Journal», recogieron el fin de semana el estudio de Ian MacDonald, un profesor de Oceanografía de la Universidad de Florida, que está especializado en el seguimiento de las filtraciones de crudo en alta mar utilizando imágenes por satélite.

Los resultados del estudio revelan que, con un vertido de cuatro millones de litros diarios, ayer podría haber flotando en aguas del golfo de México unos 34 millones de litros de crudo. El vertido del «Exxon Valdez» en Alaska en 1999 fue de 42 millones de litros de crudo.

Dificultad meteorológica

Los fuertes vientos y una mar picada han dificultado el trabajo de los barcos, que el sábado tuvieron que renunciar a la tarea de agrupar y contener la mancha de petróleo, que mide más de 200 kilómetros de longitud. Los aviones encargados de lanzar productos químicos dispersantes tuvieron que quedarse en tierra.

«La Madre Naturaleza no está siendo amistosa», declaró la secretaria de Seguridad Nacional de EEUU, Janet Napolitano. «Las condiciones meteorológicas impiden incendiar el petróleo, recuperarlo o llevar a cabo otras operaciones».

El almirante de guardacostas Thad Allen, que fue nombrado el sábado por Barack Obama para dirigir las operaciones sobre el terreno, indicó que los equipos de intervención esperan «una ventana de oportunidad» para volver a intentar quemar porciones de la mancha de petróleo.

Un intento de incendio controlado tuvo lugar el miércoles, pero no pudo volver a realizarse debido al cambio de la dirección del viento, que empujaba el petróleo y el viento hacia las costas de Louisiana.

El almirante Allen subrayó que el grueso de la mancha iba a tocar irremediablemente las costas y que lo único que quedaba por saber era cuándo lo iba a hacer.

Complejidad técnica

BP, por su parte, trabaja en tres frentes para intentar detener la fuga. Seis robots submarinos intentan cerrar la válvula de seguridad de los pozos, que pesa 450 toneladas, y la compañía ha comenzado a excavar pozos auxiliares para reducir la presión e inyectar un fluido para bloquear definitivamente los pozos principales.

Estos robots trabajan en uno de los entornos más hostiles para el ser humano y están dirigidos desde la superficie. «Como puede imaginar, es como practicar cirugía cardíaca a 5.000 pies [1.500 metros] de profundidad, en la oscuridad», explicó Lamar McKay, presidente de BP America.

«En una escala que evaluase la complejidad, le daría un nueve [sobre diez]», añadió el almirante Allen.

La operación de los robots ha fracasado por el momento y la de los pozos auxiliares puede tardar tres meses. BP baraja también fabricar una enorme tapadera de confinamiento de 70 toneladas para colocarla en el fondo del mar y cegar la salida de petróleo de los pozos submarinos.

McKay declaró ayer a la cadena de televisión ABC que la fabricación de esta tapadera está ya casi terminada y que «sin duda se colocará dentro de seis u ocho días».

La marea negra amenaza el modo de vida de los habitantes de Louisiana

En el momento en el que un vertido de petróleo amenaza con destruir su modo de ganarse la vida, Margaret Legnon observa los barcos inmovilizados por la marea negra y se pregunta cuánto tiempo podrá seguir viva Venice, una pequeña ciudad de pescadores de Louisiana [situada en el delta del Mississippi].

Margaret se pregunta también que van a hacer los gastrónomos aficionados a los camarones y a los cangrejos en Nueva York, Detroit y Los Angeles si una de las principales fuentes de mariscos de EEUU se envenena por la marea negra provocada por el accidente de una plataforma petrolera.

«Va a ser realmente feo», suspira en relación a la catástrofe ecológica, que está a punto de convertirse en una de las peores de la historia de EEUU.

El frágil ecosistema de los terrenos pantanosos de Louisiana es un lugar de reproducción de pescados, camarones y cangrejos que representan 2.400 millones de dólares [1.805 millones de euros] anuales para la industria de la pesca y el turismo,

Ya gravemente afectados por décadas de erosión costera y por la devastación del huracán Katrina en 2005, numerosos habitantes de Louisiana se preguntan ahora si las marismas que les han alimentado durante generaciones serán destruidas por el crudo.

La marea negra es potencialmente catastrófica, advirtió el sábado el gobernador del Estado, Bobby Jindal: «Esta mancha de petróleo amenaza no solamente nuestras marismas y pesquerías sino también nuestro modo de vida».

El gobernador republicano espera que British Petroleum (BP) financie las operaciones para contener la mancha de petróleo.

Numerosas operaciones estaban en marcha simultáneamente para intentar preservar las costas. Pero, por el momento, los habitantes de Louisiana ignoran cuándo dejará de escapar petróleo de la plataforma.

Hans Graber, un experto que trabaja para la Universidad de Miami, ha declarado que la superficie de la mancha de petróleo era al menos tres veces mayor que lo que se evaluó inicialmente. El jueves medía 9.000 kilómetros cuadrados [una superficie similar a la de Nafarroa] frente a los 2.600 del lunes.

«Te puedes recuperar después de un huracán, que simplemente destruye las cosas», explica Margaret Legnon, cuyo marido dirige una empresa de alquiler de barcos de pesca, Off The Hook. «Pero esto mata. El petróleo mata absolutamente todo».

Margaret piensa que su familia podrá salir adelante. Tienen amigos que les pueden ayudar a trasladar sus actividades a una zona no afectada por la marea negra. Pero esto quiere decir que tendrán que dejar Venice, la última ciudad al sur de Nueva Orleans, en un entorno en el que la tierra deja paso al golfo de México.

Los habitantes de Louisiana trabajan en la pesca, la industria del petróleo y la del gas. La carretera que lleva a la marina está repleta de vertederos, refinerías y de viejos barcos abandonados. El ambiente es tenso en los locales de Venice Anglers, donde los únicos clientes que alquilan barcos son periodistas que intentan grabar la llegada del petróleo a la costa.

El capitán Chris Calloway, que habitualmente hace excursiones de pesca para los turistas, atiende amablemente a las escasas personas que se acercan. Pero muestra su frustración cuando comienza a hablar de la contaminación y del fracaso de los ingenieros de BP para encontrar una solución. «No podemos vivir sin petróleo, pero si ganas miles de millones de dólares tendrías que tener un plan mejor para cuando haya problemas». Mira OBERMAN (AFP)

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