Jennifer López se consuela diciendo que ante todo disfruta como cantante, pero lo cierto es que no será por falta de intentar triunfar como actriz. Es una salida para quitarse de encima el peso de sus fracasos en la gran pantalla. El último de todos fue sonado, ya que con «El cantante» se la jugaba, por tratarse de un proyecto concebido en pareja junto a su marido Marc Anthony.

Entoncés, se refugió en la maternidad pero, pasados los cuatro años de crianza, vuelve a intentarlo con una comedia que, precisamente, habla de la experiencia de ser madre. No hace falta por tanto explicar las razones por las que se decidió por el guión de «El plan B» a la hora de su regreso. Bien mirado, el argumento escrito por Kate Angelo no es más que una colección de chistes y bromas sobre embarezadas, aunque está claro que Jennifer López no ha querido complicarse la vida, prefiriendo un vehículo comercial sin exigencias dramáticas, en el que le basta con mostrarse simpática para ganarse a la audiencia y conseguir la complicidad de las mujeres.

Hace de exitosa ejecutiva que lo tiene todo, pero a la que el reloj biológico le indica que, a pesar de no tener pareja estable, siente la necesidad de dar a luz un hijo. En la película se supone que la protagonista es una treintañera, aunque Jennifer López tiene en realidad 41 años. Decide acudir a la inseminación artificial, pero nada más quedarse embarazada conoce al hombre de su vida, lo cual no entra dentro de sus planes como madre independiente. Él es Alex O'Loughlin.