Gran Bretaña: decepción, castigo y expectación
Tras las elecciones legislativas británicas, la decepción ha sido grande en las filas laboristas no sólo por la derrota, sino también por la magnitud de la misma. Los conservadores, aunque ganadores, no han logrado una mayoría suficiente para formar gobierno, por lo que también es comprensible su decepción. Y más comprensible aún es la de los liberaldemócratas, que llegaron a perfilarse como serios candidatos a convertirse en primera fuerza y han quedado muy lejos de esa posibilidad. Sin embargo, la decepción más justificada ha sido la de muchos ciudadanos que, tras horas de espera para poder ejercer su derecho al voto, se quedaron sin poder hacerlo.
En cuanto al comportamiento de los electores, parece claro que han infligido un severo castigo al actual primer ministro, Gordon Brown, a causa de la crisis económica, al igual que los norirlandeses a Peter Robinson por el reciente escándalo protagonizado por su esposa y por él.
Ahora la atención se centra en las negociaciones entre los principales partidos. El líder de los tories, David Cameron, ya ha tendido la mano al liberaldemócrata Nick Clegg con «una gran oferta», si bien cuestiones claves como las políticas en materia de inmigración o Europa se prevén complejas. Brown, por su parte, se mantiene a la espera, pero ya ha anunciado su disposición a negociar con la formación de Clegg.