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El Giro de Italia arranca en Holanda con la participación más floja de los últimos años y sólo dos vascos en la salida

Sastre y Evans, contra el Liquigas

Se presentan como principales favoritos junto a Basso y Vinokourov porque Wiggins y Vandevelde se limitarán a preparar el Tour.

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Joseba ITURRIA

El Giro arranca hoy en Holanda con una crono de 8,4 kilómetros que dilucidará la primera maglia rosa cuando llegue el último en salir, André Greipel, a las 17.45 y con una participación más floja que la de los últimos años. Los nombres de Evans, Sastre, Basso y Vinokourov destacan en las quinielas tras la eliminación de Franco Pellizotti antes de tomar la salida por los valores anómalos en su pasaporte biológico, que han obligado a su equipo a repescar a un Vincenzo Nibali que tenía su mente puesta sólo en el Tour.

Con él y con Basso, Liquigas deberá superar también la baja de Bennati para confirmarse como la gran esperanza italiana. Basso acabó entre los cinco primeros las dos grandes que corrió el año pasado tras cumplir su sanción y quiere ganar este Giro. Habrá que ver cómo está Nibali, porque si lo hubiera preparado bien sería un favorito.

Los cuartos de las dos últimas ediciones del Tour, Christian Vandevelde y Bradley Wiggins, no piensan disputar la general. El inglés sólo tiene intención de disputar a tope las dos primeras semanas y en la tercera piensa ayudar a Cioni, que es el corredor del Sky que disputará la general. Vandevelde también se tomará la prueba como preparación y Millar será el líder del Garmin para intentar confirmar su progresión en la montaña.

De los hombres habituales en los puestos de honor en el Tour, sólo Basso, Evans y Sastre afrontan el Giro con la intención de pelear por la general. Vinokourov también correrá el Tour, pero no para disputarlo porque allí se ha comprometido a trabajar para Contador. Por eso la prueba italiana es la única grande que disputará como líder. Ha ganado las dos últimas pruebas que ha disputado, Giro del Trentino y la Lieja, pero sería una gran sorpresa que estuviera a la altura de Evans, Sastre y Basso. Ayer manifestaba que su objetivo es ganar una etapa y llevar la maglia rosa algunos días.

El abulense quizás sea el principal candidato. Por algo ganó el Tour del 2008 y fue cuarto del pasado Giro tras ganar dos de las etapas de montaña más duras. Además tiene mejor equipo que Evans, que vuelve a la carrera que estuvo cerca de ganar en su etapa de Mapei. Deberá responder bien en la alta montaña tras fallar ahí en el último Tour.

No hay muchos más favoritos porque no sólo faltan los mejores corredores que disputarán el Tour. De los nueve primeros del último Giro sólo toman la salida Sastre -cuarto-, Basso -quinto¯ y Garzelli -séptimo-, después de que el tercero y el noveno -Pellizotti y Valjavec- hayan sido junto a Rosendo (Andalucía), los corredores a los que se ha abierto un expediente esta semana por sus valores anormales en el pasaporte biológico.

Junto a Basso otros antiguos ganadores del Giro como Garzelli, Cunego y Simoni quedan como referencias italianas junto a Scarponi, Pozzovivo o Masciarelli. La organización no ha querido invitar al Flaminia de Riccò, que ha logrado grandes resultados en su regreso desde marzo.

A ninguno de éstos se les ve con garantías de evitar que Italia se quede por tres años consecutivos sin ver a un ciclista propio en lo más alto del podio. En 1992 y 1993 Indurain abrió un lustro de sequía local que siguieron Berzin (1994), Rominger (1995) y Tonkov (1996). Desde 1997 los italianos ganaron diez Giros seguidos hasta que Alberto Contador cortó esa racha y ahora al ciclismo más apasionado del mundo le faltan nuevas referencias tras los problemas de dopaje de sus últimos estandartes, Basso, Riccò y Di Luca. Liquigas es su mayor esperanza.

Un recorrido muy duro

Porque el trazado del Giro no da mucho margen a las sorpresas. Ganará un corredor muy fuerte que domine la escalada. Hay cuatro cronos, una por equipos de 32 kilómetros en la que el Garmin peleará por la maglia rosa el martes, y tres individuales. Pero las llanas de hoy y del último día en Verona no superan los 15 kilómetros y las diferencias llegarán en los 12,9 de la cronoescalada al Plan de Corones, con porcentajes superiores al 11,5% en los cinco kilómetros finales y rampas del 20% y 24%.

La última semana es terrible. Junto a esas dos cronos hay tres etapones de alta montaña y mucho kilometraje. En la primera, de 218 kilómetros, se suben tres puertos en los últimos 80 antes de acabar en el durísimo Monte Zoncolan. En la segunda se sube el mítico Mortirolo antes de llegar a Aprica, la subida que se hizo eterna a Indurain. Y en la penúltima hay cuatro puertos a más de 2.200 metros, entre ellos el Gavia (cima Coppi con 2.618) y se acaba en el Passo Tonale.

A estos cuatro finales en alto de la última semana se añade el del Monte Terminillo en la octava etapa tras 218 kilómetros sin montaña previa que sólo debería servir para la primera criba.

Ganas de correr tras sumar sólo ocho días de competición en diez meses

Carlos Sastre acabó fundido el pasado Tour tras correr antes el Giro y desde entonces sólo ha cubierto ocho días de competición, los siete de la Volta y el de la Lieja. Por eso ayer el abulense se mostraba deseoso de tomar la salida en un Giro que calificaba como «especial, importante y necesario. Después de tanto tiempo sin correr necesito volver a la competición y la verdad es que tengo ganas».

Sastre consideraba como una motivación la llegada de un nuevo sponsor y destacaba que su equipo ha aprovechado estos días en Holanda para «reconocer el inicio del Giro, que comienza de una manera muy nerviosa, con unas etapas con continuos giros izquierda-derecha, y con viento que hará que conserve su interés desde el comienzo hasta el final de la carrera». La Vuelta ya empezó en Holanda en setiembre y en julio el Tour sale de Rotterdam.

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