Cuando hace tres años, más o menos, comenzó la crisis en Estados Unidos, que terminó afectando a la economía real de todo el mundo, las primeras palabras de los dirigentes políticos y de los gobernadores de los bancos centrales nos comunicaban por activa y por pasiva que deberíamos terminar con los especuladores financieros. Nos dijeron que fueron los culpables de la fuerte explosión de la crisis y de la amplificación de la onda expansiva. Efectivamente fue así. Sin duda.

Llegó la segunda etapa: terminar con los especuladores. Tocamos en hueso. Los especuladores financieros eran y son los amos del mundo. Son quienes abrazan el libre mercado, un mercado sin reglas donde reine la ley del más fuerte. Entonces los gobiernos cambiaron con rapidez los discursos y nos dijeron que había que ayudar al sistema financiero, porque sin el movimiento de capitales la economía no podía engrasarse, es decir, funcionar para unos pocos. Fue así. Inyectaron, inyectan y todavía inyectarán enormes cantidades económicas a quienes más tienen. Parece paradójico, pero es así de real.

La tercera etapa, por distinguir algunas de ellas, nos sitúa en un sistema donde los fuertes, aquellos que explosionaron el mercado, han vuelto a hacerse fuertes y han recuperado el pulso. No sólo el pulso, sino que llevan el ritmo de la economía. Aquellos que un día nos dijeron que esto estaba bien y después explosionó ahora están especulando con países enteros, poniendo en riesgo la economía real, la de todos nosotros.

¿Por qué ocurre esto? La respuesta creo que es evidente: cuando los amos del mundo, los especuladores, estaban tocados, no se supo retirarlos del mercado, no se les paró los pies, y ahora se han hecho fuertes, de nuevo. Mandan. Nos manejan porque estos gobiernos y administraciones públicas siguen estando a sus órdenes.

Creo que a todo esto hay que darle la vuelta desde los escenarios más locales a los globales. Tenemos trabajo para desenmascarar a estos especuladores y a los gobiernos que están a sus órdenes. Lo que tengo claro es que este globo neoliberal o lo pinchamos, o lo tendremos muy difícil.