La violencia, que dejó un saldo de al menos diez muertos, y los fallos técnicos derivados del nuevo sistema electrónico, que obligaron a la Comisión Electoral (Comelec) a ampliar varias horas el horario de votación, marcaron la jornada electoral celebrada ayer en Filipinas para elegir, entre otros cargos, al sustituto de Gloria Macapagal Arroyo en la Presidencia del país, y a la que estaban convocados unos cincuenta millones de personas.

Los primeros resultados parciales y extraoficiales, difundidos a primera hora de la tarde en Euskal Herria, apuntaban a la victoria del senador Benigno Aquino, heredero de una dinastía política formada por Benigno y Corazón Aquino. De confirmarse esta tendencia, Aquino, que despertó una inesperada pasión entre millones de electores con su recurrente lema «sin corrupción no hay pobreza» sustituiría a Arroyo al frente del país, tal y como apuntaban todos los sondeos previos.

La jornada estuvo de nuevo marcada por la violencia en un país donde los caciques locales acostumbran a tener ejércitos privados. Murieron diez personas en todo el país y en localidades como Datu Piang, en la provincia de Maguindanao, la explosión de dos granadas provocó la huida de sus habitantes sin que ejercieran su derecho al voto.

A la violencia se unieron problemas técnicos derivados del nuevo sistema electrónico y a la escasez de máquinas, lo que que obligó a ampliar el horario de votación.

Los mayores contratiempos tuvieron lugar en once localidades del sur, donde la Comelec estudia volver a celebrar las elecciones en otra fecha.