Probablemente, la perspectiva más adecuada para analizar las medidas tomadas por el Gobierno español para reducir el déficit sea la económica, entre otras razones porque esas medidas no parecen capaces ni siquiera de lograr ese objetivo explícito y porque es seguro que tendrán consecuencias nefastas para la economía y para el empleo. Pero no puede obviarse que este plan de ajuste tiene una lectura política evidente. Más aún en el contexto de las elecciones británicas y de la crisis endémica que padece el sistema político europeo. Una lectura que habla sobre la situación de la izquierda en Europa, sobre sus complejos, su pobreza intelectual y su debilidad ideológica, síntomas de una debacle política y social que tiene en el PSOE, en el laborismo o en la izquierda italiana a sus mayores exponentes. Una debacle que se sostiene en un sindicalismo clientelista, que se rasga las vestiduras ante una reducción salarial del 5% para un sector concreto pero que es incapaz de defender a aquellos sectores sociales más desprotegidos que en este momento tienen el 100% de su subsistencia en entredicho.

Cabe también destacar que este plan de rescate encubierto no responde en realidad a una iniciativa del Gobierno de Rodríguez Zapatero, sino a un mandato de las instituciones europeas e internacionales, especialmente de Alemania y del FMI. La crisis económica ha dado a quienes sostienen una visión más mercantilista y menos política de Europa una opción para, incluso por encima de estados y tratados, dar un auténtico golpe de mano. A día de hoy la Unión Europea es cada vez menos una entidad política supraestatal -con todas las limitaciones que ese modelo tenía por definición- y cada vez se parece más a lo que fue en su origen: un mercado común tutelado por multinacionales y por el sector financiero.

Por todo ello, si bien en el corto plazo es urgente hacer frente a unas medidas que van a generar pobreza y marginación, a largo plazo es vital articular una alternativa política y social de izquierda que sitúe como prioridad a los pueblos y a las personas. Cualquier movimiento político que busque liderar esa alternativa debe saber prever y gestionar los escenarios y los tiempos que ha abierto la crisis.