Con un partido en el que hay mucho en juego. La manera ideal de poner el broche de oro a una carrera deportiva. Esa va a ser la oportunidad que el balonmano les va a brindar a las jugadoras que encarnan la «anticipación» y la «ambición» en el conjunto guipuzcoano, tal y como las definió su técnica, Reyes Karrere, a Tati y Esme, respectivamente. Ambas tendrán que encarnar su última contribución a la enésima victoria del Akaba, esperando que se produzca la carambola con los resultados de los rivales, para volver a jugar en el viejo continente.

Sólo el incesante reclamo de los medios de comunicación les hace sentirse inmersas en una semana especial. «No hay mayores nervios, estamos concentradas en el objetivo», asegura la voz experimentada de la central. Pero por mucho que se quieran centrar en el aspecto deportivo, no es una previa al uso. Desde luego, no todos los días sucede que se retiran dos pilares básicos de un equipo en el que han sido santo y seña. Conforme se acerca el momento, los recuerdos afloran. Esme, que debe recorrer todos los días un trayecto de cuarenta minutos en coche para entrenar, reconoce que ese tránsito le ha dado pie «para refrescar viejas sensaciones que creía ya olvidadas y disfrutar de momentos que sentía aparcados».

A partir del lunes no será, desde luego, lo mismo, pero ambas tienen bien pensado seguir manteniendo intensos lazos con el balonmano. La pasaitarra ya entrena desde hace un tiempo a un conjunto de chicas en la zona de Kanbo, lo que quiere conjugar con su titulación en estética, mientras que Tati está camino de conseguir la titulación oficial como preparadora para integrarse en el staff técnico del conjunto donostiarra.

«De alguna forma vamos a seguir ligadas a este mundo -confirman- porque dejarlo todo de golpe sería bastante peor», aunque siempre echarán de menos algunas cosas. «La emoción del juego», admite Esme, o «esos momentos buenos y malos de la convivencia porque a partir de ahora la relación será diferente», comenta con nostalgia Tati. «Queríamos comprobar si éramos capaces de transmitir lo que hemos vivido jugando y, de momento, nos sentimos capacitadas para ello», señalan con orgullo.

¿Balonmano o rugby?

Y es que el deporte seguirá estando muy presente en sus vidas, además por partida doble. No en vano, las casualidades de la vida les han llevado a coincidir en la elección de sus parejas. Tati convive con el que fuera jugador de rugby y actual entrenador del Hernani, Patrick Polidori, y Esme está casada con el también ex jugador Hervé Durquety, ahora mismo técnico del Atlético San Sebastián. «Al principio me pareció un deporte lento respecto a la velocidad del balonmano», concede Tati, «pero luego me he ido enganchando». Por razón de residir en Ipar Euskal Herria, Esme está más familiarizada con el balón oval: «Lo vemos mucho en la tele y me gusta cada vez más». Convienen, en cualquier caso, en que el pasado deportivo de sus medias naranjas «nos permite compartir experiencias, situaciones e inquietudes que ellos también han vivido y saben comprenderlas».

Puede que ahora sean sus principales pilares donde apoyarse, pero quienes han permanecido contra viento y marea a su lado, apoyándoles en sus primeros momentos sobre el parquet fueron y han sido sus progenitoras. Mariluz López, madre de Tati, y Mercedes Quirós, madre de Esme, se han desgañitado para darles sus ánimos y han estado ahí en los momentos buenos, y también en los malos, que de todo hay en una carrera deportiva. La que este sábado pondrán fin dos mitos del balonmano vasco entre los seguros aplausos de Bidebieta.