Boston Celtics dio en muchas fases de la temporada regular una imagen acartonada. La histórica franquicia de Massachussets parecía caminar hacia el ocaso de un modelo, con la vista perdida y un gesto de frustración latente en el rostro. El gran tridente, la gran apuesta económica de Danny Ainge para que Kevin Garnett y Ray Allen uniesen sus fuerzas a las de Paul Pierce, parecía al borde de la extinción. Pese a todo, Boston cerró la regular season con 50 victorias en el cuarto puesto de la Conferencia Este.

Pero llegaron las eliminatorias por el título, y con ellas, la mística y la heroica de uno de los equipos definitivos en la historia del baloncesto. Primero un 4-1 contundente a Miami Heat cuando los de Florida parecían un coco muy serio. Nadie esperaba tanta superioridad. LeBron James y sus Cleveland Cavaliers fueron la siguiente víctima de los Celtics. En seis partidos. Nueva sorpresa y cierta rotundidad en la forma de imponerse en los dos últimos partidos de la eliminatoria.

En la final de Conferencia esperaba Orlando Magic. Y los Magic, favoritos tras haber ganado todos los partidos que han jugado este año en play offs, se llevaron la primera bofetada. Contundente e inesperada. Como cada paso de estos Celtics en la post temporada de este año.

Allen y Pierce

Boston únicamente necesitó meter cuatro tiros libres en los últimos cinco minutos y medio. Fue a escasos segundos del final. Los Celtics no necesitaron más.

Ray Allen y Paul Pierce, esta vez Kevin Garnett no se presentó a la cita, acumularon 47 puntos para lograr el primer punto de la final de la Conferencia Este, 92-88. Los Celtics continúan así con su particular salto de fe y se apoderan del factor cancha de la serie.

Era la cuarta victoria consecutiva de Boston en estos play offs tras el 2-1 ante Cleveland. Pero esta vez, a diferencia de lo ocurrido ante LeBron y los suyos, fue un partido basado en las defensas. Los Celtics acorralaron a los Magic para producirles una sequía de más de cinco minutos y medio sin anotar. Catorce puntos en 16 minutos para llegar 41-32 al descanso.

El juego de Orlando carecía de la profundidad que habitualmente enriquece su apuesta. Planos, los Magic se dedicaron a crear situaciones en el uno contra uno al poste bajo para Dwight Howard. Pero el pívot estuvo desafortunado, Rasheed Wallace realizó un gran trabajo en su contra, y terminó con 13 puntos y 12 rebotes. El plan B era la capacidad anotadora de Vince Carter y la determinación de Jameer Nelson. Poco que defender para los Celtics.

En la reanudación, y tras un susto inicial con Orlando situado a tres puntos, Boston se recuperó para franquear la diferencia de los veinte tantos en un suspiro. Una refinada segunda unidad con Tony Allen y Wallace a la cabeza acompañó al incombustible Pierce para volar alto.

Fin de la historia pese a que Orlando logró anotar 56 puntos en el segundo tiempo. Los Celtics se limitaron a gestionar su ventaja con un juego espeso ante el que los Magic no encontraban respuesta alguna, para la desesperación de Stan Van Gundy.

Los Magic sufrían su primera derrota en casa desde mediados de marzo y la primera desde hace mes y medio. El revés en la moral de los de Florida es considerable, pero la serie es y será larga. Y todo está aún por decidirse.