Maite SOROA | msoroa@gara .net
El árbol caído y la leña de Garzón
Ya se sabe que todo el mundo hace leña del árbol caído. Y ahora le ha tocado el turno a Baltasar Garzón.
Los que le bailaban el agua, le reían las gracias y proponían para premios y medallas le dan ahora la espalda, en el mejor de los casos.
Iñaki Ezkerra, cuyos elogios por el juez están en la hemeroteca, al alcance de cualquiera, se despachaba ayer a gusto con el ángel caído. Lo hacía en «El Correo Español».
Hablaba Ezkerra de las lágrimas de Garzón en el momento de abandonar la Audiencia Nacional y sentenciaba que «son la mínima respuesta que debía recibir la insolencia con la que le hemos visto a este hombre torear al Estado de derecho, reírse de él, chulearle, buscar triquiñuelas legales para esquivar y dificultar y dilatar la labor del juez Varela». Empieza fuerte, ¿verdad?
El ex admirador de Garzón se refería a las muestras de solidaridad recibidas por el magistrado y se ponía así: «Aquí es que se ha llegado a linchar pública y moralmente a Varela, aparte de negarle su ideología y biografía progresistas en una operación de estalinismo puro. Aquí es que las lágrimas de Garzón se quedan cortitas. Aquí han dicho cosas políticos, ministros, sindicalistas, periodistas, actores y jubilados de la judicatura que son de juzgado de guardia. Aquí se ha hecho una campaña por la que en cualquier país de la UE ya se estarían buscando consecuencias penales tanto para quien la ha llevado a cabo como para quien la ha inspirado. Aquí ha habido un alarde, una fiesta, una orgía de impunidad por la que no se van a dirimir nunca responsabilidades para nuestra desgracia pues se acaba de sentar un inquietante precedente. Aquí ha habido hasta quien ha celebrado `la habilidad' y la `inteligencia' de Garzón para chotearse del Supremo». ¡Qué dura está siendo la caída!
Pero lo que le hace ilusión a Ezkerra es ver a Garzón llorar: «En esas lágrimas está el alma de la Justicia, no en las bravatas de quien se considera por encima de ésta. Realmente, nunca antes estuvo un juez tan cerca de aquello que su oficio persigue y castiga». Ya saben que a mí Garzón me importa un pimiento pero tiene su gracia ver cómo lo tratan de linchar quienes le jaleaban. Fíate de esos.