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Raimundo Fitero

Pinza

En Intereconomía mantienen una actitud de involución política constante. Se está convirtiendo en una cadena de referencia para los más retrógrados, para los nostálgicos del franquismo social, económico y político. Los fines de semana ofrecen unos espacios supuestamente de historia que no es otra cosa que una constante y pertinaz propaganda franquista, una bien estructurada para desprestigiar a la segunda República, y argumentario más que suficiente para justificar la denominada, por ellos cruzada nacional, que no es otra cosa que un golpe de estado que provocó una guerra civil, y varios millones de muertos. Bueno, pues ellos, siguen, tan tranquilos, sin que nadie les moleste. Lo que señalamos desde hace tiempo es que en los espacios más beligerantes, los más ideologizados, se vierten las burradas más rotundas y va subiendo en audiencia, lo que no deja de ser un síntoma.

Por si no lo hemos dicho, esta cadena tiene espacios realizados con bastante buen gusto, entre ellos uno dedicado a los libros. O sea, es un modelo integral de televisión, que se va aposentado, que ha sacado a su rebufo un periódico «Gaceta», que dirige un navarro de pasado pluscuamperfecto: Carlos Dávila: exactamente. Según como tenga uno colocados los canales en su TDT, hay momentos de la noche en la que la pinza de truenos de extrema derecha es agobiante. Porque Veo7 tiene una tertulia en la que de vez en cuando se aparece Pedro J, Ramírez, y al que solamente le falta poner el anagrama del PP y la gaviota.

En una noche en la que el Barça ganó la Liga, ver estas dos cadenas, con sus secciones deportivas en ebullición, era la mejor manera de entender que el fútbol es pura política, que la identificación de las masas a ciertos colores escapa del bestiario tópico y se introduce en los vericuetos de las señas de identidad, incluso nacionalistas. El que en el Camp Nou no se vea una bandera española, que hablen casi todos los futbolistas en catalán, y todos los vivas consiguientes, les enciende casi más que el que su imperial real Florentino Madrid, se haya quedado de segundón. Los programas de estas cadenas se pueden ver como si fueran de humor, pero son sintomáticos.

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