Los «camisas rojas» desafían al Gobierno y ofrecen un alto el fuego
Los manifestantes antigubernamentales tailandeses desafiaron ayer al Gobierno al ignorar la orden de evacuar el centro de Bangkok, antes de proponer a las autoridades un acuerdo para poner fin a la violencia que en los últimos cuatro días se ha cobrado la vida de 37 personas, entre ellas el general Seh Daeng. Los «camisas rojas» y el Ejecutivo retomaron el contacto.Anusak KONGLANG (AFP) |
Por primera vez desde el inicio de los enfrentamientos en las calles de la capital el jueves por la noche, los «camisas rojas» y el Gobierno restablecieron públicamente sus contactos con el fin de hallar una solución a la crisis que vive Tailandia, después de que los manifestantes antigubernamentales desafiaran nuevamente a las autoridades, ignorando la orden de evacuación del centro de la capital, y ofrecieran una tregua.
Uno de los principales líderes de los «camisas rojas», Nattawut Saikar, llamó por teléfono al secretario general del Gabinete de Abhisit Vejjajiva. «Me dijo que si los soldados dejaban de disparar, pedirían a los manifestantes que regresen al sitio de Ratchaprasong», ocupado por desde principios de abril, indicó Korbsak Sabhavasu. A cambio, «los soldados no dispararán balas», aseguró.
El consejero no descartó que una tregua pueda desembocar en una reanudación de las negociaciones para encontrar una solución a esta grave crisis que ya ha dejado 66 muertos y más de 1.700 heridos desde mediados de marzo.
El domingo, los líderes de los «camisas rojas» habían pedido reanudar las negociaciones, y ofrecieron abandonar la protesta a cambio del compromiso del Gobierno de declarar un alto el fuego y ordenar el repliegue de los soldados. El Ejecutivo se mostró dispuesto a negociar si los manifestantes renuncian «sinceramente a la violencia».
El diálogo se interrumpió el jueves, cuando el primer ministro anuló su propuesta de convocar elecciones anticipadas el 14 de noviembre, respondiendo así a las exigencias de los «camisas rojas», y ordenó al Ejército sitiar la zona ocupada por los manifestantes antigubernamentales, con fin de asfixiarlos cortándoles el agua, la luz y el suministro de alimentos.
Pero ellos siguieron protestando, protegidos por sus barricadas de bambú, alambres de púa y neumáticos rociados con gasolina. Desde el jueves por la noche, en los barrios aledaños, se han producido enfrentamientos, que se han saldado ya con la muerte de al menos 37 personas, todos civiles con la excepción de un soldado, bajo las balas de militares y francotiradores.
El lunes, los autoridades aumentaron la presión al instar a los manifestantes a abandonar el lugar que ocupan antes de las 15.00 (10.00 en Euskal Herria) y advertir de que los que violaran la ley podrían ser condenados a dos años de cárcel.
Por la noche, no habían cumplido su amenaza de proceder «lo antes posible» al desalojo por la fuerza de las 6.000 personas que decidieron ignorar la orden y quedarse en ese barrio turístico y comercial de la capital tailandesa.
Ayer por la mañana, los «camisas rojas» recibieron con consternación la noticia de la muerte del general rebelde Seh Daeng, cuatro días después de haber recibido un balazo en la cabeza cuando era entrevistado por un periodista. Entre la emoción y la rabia, unas 1.000 personas asistieron a su funeral en un templo budista de Bangkok.
Seh Daeng era «un general, pero combatió por la democracia, a nuestro lado», señaló Jatuporn Prompan, uno de los líderes de los manifestantes.
Seh Daeng, de 58 años, cuyo verdadero nombre era Khattiya Sawasdipol, había supervisado las operaciones de seguridad en el seno de la «zona roja».
Las autoridades, que negaron cualquier implicación, lo consideraban un traidor y lo responsabilizaban de los ataques con granadas de las últimas semanas.
Icono de muchos «camisas rojas» el derrocado ex primer ministro Thaksin Shinawatra expresó su alarma por las «horas trágicas» que vive su país y exhortó a «todas las partes a retroceder de los bordes del abismo e iniciar un diálogo sincero y real».