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Raimundo Fitero

Radicales con corbata

Cómo están los políticos de derechas! Un dirigente del PNV dijo hace unos días «O TAV o guerra», y se quedó tan ancho. Estaría bien que los que siguen, es un decir, al señor de los cuellos subidos, o sea, Urkullu, se tiraran al monte para pegar tiros, o para hacer ellos con sus azadas los desmontes para que circule esa gran locura que está llenado nuestros montes de cementos e ignominia. Ya se sabe que cada kilo de cemento armado sumergido en los presupuestos desplaza una cantidad de comisiones equivalente a su despilfarro elevado al cubo. Pero que los chicos de derechas defiendan ahora sus comisiones y sus barbaridades paisajistas a tiros, debería ser considerado como un problema de salud mental, cuando no un descaro demagógico pleno de idiocia.

Me ha gustado más lo de Francisco Camps, que no solamente reza por todos los caminos, sino que la Obra le ha llevado a controlar todas las obras de su comunidad y que en sede parlamentaria se abraza «a la senyera y al pueblo valenciano», y lo coloca por encima de cualquier código penal, civil, ético o político, como advirtiendo de que la revolución con la cruz y el boletín, siempre que vaya acompañada por amigos del alma en los estamentos judiciales y en las finanzas, es una manera de ser inmune. Yo diría que este caso no es de salud mental, sino simplemente de descaro antidemocrático, de pérdida de todas las formas, de haberse atrincherado, y probablemente, no dijo, «president o muerte», porque no se le ocurrió a su asesor, que fue, se debe recordar, el capo de la policía cuando Mayor Oreja rezaba en la capilla del ministerio.

Hablando de rezar, ¿se podría saber cuánto cuesta al erario público estatal el concordato con el Vaticano? Mucho, pero mucho, solamente en profesores de religión, más de seiscientos millones de euros, que da para mucho chocolate de loros. Que los pague Rouco. O Rajoy, que es el defensor de los pensionistas. Son todos unos radicales, con corbata, pero incendiarios, que se pasan el sistema por allí. Lástima que Garzón sea ahora monaguillo en La Haya, porque aquí tenía tema de apología. No ´se exacatmente de qué, pero apología, seguro.

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