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Sangriento ataque sionista a la solidaridad

El bloqueo israelí, un hecho cotidiano en Gaza

Una vez pasada la esperanza de que la flotilla humanitaria rompiera el bloqueo israelí tras ser atacada en alta mar, el millón y medio de decepcionados gazatíes, dependientes de la ayuda internacional en su mayoría, volvieron a sus quehaceres para garantizar su subsistencia bajo el férreo y atosigante sitio del Estado sionista. Sólo el anuncio de que Egipto abrirá el paso de Rafah puede suponer un pequeño respiro.

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Adel ZAANOUN | AFP

Electricista de formación pero dedicado a buscar piezas de metal entre escombros, Hazem Jouha saca por este ingrato trabajo diez euros por tonelada de metal, que se emplea en los limitados esfuerzos de reconstrucción tras la ofensiva israelí contra Gaza de 2008-2009. «¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Esperar la muerte?», se pregunta.

El objetivo de la flotilla era romper el bloqueo impuesto por Israel tras el secuestro de un soldado israelí por parte de Hamas en 2006. El Estado sionista justifica que el bloqueo y la interceptación de la flotilla en su interés por impedir que Hamas pueda reconstruir sus infraestructuras (incluyendo las militares) y asegura que permitirá la entrada de productos básicos.

Pero debido a las numerosas limitaciones impuestas a la entrada de mercancías, en particular materiales de construcción, y a la esporádica apertura del paso de Rafah, fronterizo con Egipto y el único no controlado por Israel, los productos básicos -el 80%, según el Banco Mundial- entran por los túneles excavados bajo la frontera con Egipto.

«El reforzamiento del bloqueo no sólo no ha conseguido derrocar al Gobierno de Hamas ni poner a la población en su contra, sino que ha reforzado la solidaridad con él», asegura Omar Shaaban, economista de Gaza.

Más del 80% de la población depende de la ayuda internacional. «Sin la ayuda y los servicios proporcionados por la Unrwa (Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos), la vida en Gaza se vendría abajo por completo», afirma Adnan Abu Hasna, su portavoz.

«La idea de que no hay crisis humanitaria en Gaza no se ajusta a la realidad», dice Chris Gunnes, portavoz de la Unrwa, que estima en 20 millones de dólares las necesidades urgentes de ayuda y de suministros médicos.

Israel ha autorizado a la agencia importar cantidades limitadas de material de construcción para determinados proyectos. Pero el bloqueo obstaculiza gravemente la construcción, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que calcula que sólo el 25% de los daños causados por la última ofensiva militar israelí han sido reparados. Son muy pocos los hogares entre los más de 6.000 gravemente dañados o destruidos que han podido ser reconstruidos por falta de materiales.

La ONU considera que, pese a algunas mejoras, «la ayuda internacional ha demostrado ser muy ineficaz» debido sobre todo a que tiene prohibido utilizar material que llegue a través de los túneles, lo que deja el campo libre a organizaciones caritativas islámicas.

«Un tercio de las organizaciones de ayuda en Gaza son islámicas y esto supone un riesgo de radicalización», señala Shaaban.

Mientras los gazatíes tratan de sobrevivir, la Liga Árabe se da más tiempo para definir una respuesta «colectiva» ante el último ataque sionista, en medio de una fuerte presión para que adopte una respuesta firme. La reunión de la Liga Árabe, que a menudo realiza duras declaraciones pero sin ninguna consecuencias prácticas, concluirá hoy.

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