Escuchar los «argumentos» con los que Israel ha tratado de justificar ante el mundo el criminal abordaje de la flotilla humanitaria causa sonrojo a cualquiera.

Tras inspeccionar los buques, que según Israel estaban repletos de «terroristas» que apoyan a Hamas, Hizbulah y Al-Qaeda y que agredieron con sillas de plástico y palos a los indefensos soldados que abordaron los barcos, se ha podido comprobar cuáles eran las peligrosas armas que pretendían llevar a Gaza: cemento, sillas de ruedas, material sanitario y peluches de Pikachu. Todo ello es material tremendamente peligroso para la seguridad del Estado de Israel.

Aún no lo han dicho, pero a la propaganda sionista sólo le falta señalar que el monigote de los Pokemon es una tapadera de alguna franquicia de Al-Qaeda y que tiene conexiones malvadas con las FARC, Hugo Chávez, ETA, el IRA, la mafia rusa y la siciliana.

Estupideces más grandes ha lanzado estos días la propaganda sionista, como negar que el bloqueo al que somete a Gaza esté provocando un desastre humanitario. Hasta la propia ONU -la misma que es incapaz de tomar medidas contra Israel ni cuando le bombardean sus almacenes de alimentos en Gaza y le matan a sus empleados, como sucedió en la masacre del año pasado- ha declarado que el 80% de la población depende de la ayuda humanitaria. Será que la ONU también forma parte del contubernio de Pikachu para atacar a la que siguen definiendo como «la única democracia en Oriente Medio».

¿Será porque en las elecciones de Líbano -sí, en ese país también se vota- la población respalda en las urnas a Hizbulah? ¿O porque en Egipto y Jordania, aliados occidentales, no dejan presentarse a los islamistas porque vencerían ampliamente en los comicios? ¿O porque en Arabia Saudí, otro gran aliado de los occidentales y compañero de negocios de la familia Bush y otros oligarcas, eso de celebrar elecciones es algo que ni se plantea, cuando ni siquiera dejan conducir a las mujeres? ¿Tampoco recuerda nadie que Hamas ganó unas elecciones y que no se le ha dejado gobernar?