GARA > Idatzia > Iritzia> Kolaborazioak

Abdullah Öcalan (*)

Carta para informar sobre mi retirada del proceso

 

Para poder comprender la cuestión kurda es necesario mirar al «background» histórico. La tragedia continua demuestra cómo este problema histórico no será de fácil solución. Después de que el nacionalismo turco haya llegado a ser una doctrina de estado, el pueblo armenio y el pueblo arameo llegaron a ser víctimas de un claro genocidio. Los kurdos, a su vez, fueron sometidos a un genocidio rastrero a través de la negación de su identidad. Su lengua fue vetada, los nombres de las personas y los lugares «turquizados», el terrorismo de estado y la humillación llegaron a ser parte de la vida diaria -y todo eso hasta un pasado muy reciente-. Los kurdos fueron expulsados, robadas sus pertenencias y haberes, y condenados a la pobreza; miles de pueblos fueron quemados. Las mujeres llegaron a ser diana de una política sexista, los niños sometidos sistemáticamente a la asimilación. Se debía privar al pueblo kurdo de su propio futuro. Nuestra rebelión estaba dirigida contra este genocidio económico, político y cultural. El único propósito de nuestra ruptura histórica era acabar con la tragedia de nuestro pueblo.

Después de treinta años de lucha, el pueblo kurdo ha avanzado tanto en la búsqueda de la libertad y de su propia identidad que una vuelta atrás ya no es posible. Con la creación de una cultura permanente de la resistencia democrática hemos dado voz a los hombres.

Ni el comienzo de la guerra, ni su continuación han sido para nosotros la elección preferida. Nuestros alto el fuego son la prueba. Aunque hemos lanzado llamamientos a la paz a los diversos gobiernos de las más diversas orientaciones políticas, el Estado siempre ha respondido exclusivamente con la intención de aniquilarnos u obligarnos a la rendición. También, en estos más de once años desde mi detención, he intentado siempre alcanzar una paz duradera. La paz estratégica y la política democrática han llegado a ser visión nacional para los kurdos.

Nuestros intentos de paz han quedado sin respuesta. Si ha habido conversaciones no oficiales, han sido con el único objetivo de vigilarnos. En un año han sido detenidos más de 1.500 políticos kurdos. No han dejado el más mínimo espacio para una contribución política pacífica.

Así que no quiero agotar más la paciencia del pueblo kurdo. Desde el 31 de mayo de 2010 me he retirado del proceso. Cómo se desarrollará éste, si en guerra o en paz, dependerá exclusivamente de las decisiones del KCK (Confederación Democrática de Kurdistán). A partir del 31 de mayo no soy ya responsable de lo que va a suceder. Sin embargo, si el Gobierno estuviera verdaderamente interesado en una solución pacifica y duradera del conflicto, me pondré nuevamente a disposición, en el caso de que ambas partes así lo quieran.

Nuestra lucha no es una batalla étnica. La revolución kurda es sobre todo el corazón de Oriente Medio. Esta revolución conllevará cambios de tal magnitud que podría ser comparada por la capacidad de los resultados a la Revolución francesa o a la Revolución rusa. A diferencia de éstas, sin embargo, la revolución kurda será libre del nacionalismo. El modelo de solución que he propuesto se fundamenta en el modelo de una autonomía democrática. Prevé una solución sobre la base de que los conflictos internos no sean llevados a otros confines. Por otra parte, rechazamos la hegemonía universal de las potencias dominantes, sin que por ello entremos en abierto conflicto con ellas. Es posible asegurarse una propia existencia y principios propios de manera duradera, sin ser absorbidos por la hegemonía global, también llamada «Imperio». La solución de este problema, sobre la base de una autonomía democrática, tendrá influencia positiva sobre todo Oriente Medio.

(*) Este artículo de Abdullah Öcalan, líder histórico del PKK preso en la cárcel turca de Imrali, se publica simultáneamente hoy en «Il Manifesto» y GARA.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo