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Traslado masivo de presos políticos vascos

Uno de cada diez presos políticos ha sido trasladado en las últimas semanas

Durante mayo y la primera semana de junio, dos presos políticos vascos han sido traslados de cárcel cada día. Al dar cuenta de esos 73 traslados hacia destinos dispares, Etxerat ha puesto el acento en la «enorme inquietud» que generan estos obligados desplazamientos tanto a prisioneros como a allegados. Entiende que esta estrategia forma parte del «chantaje permanente» al que Madrid y París someten a los prisioneros y que «busca aislar por completo al preso».

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Oihana LLORENTE | IRUÑEA

Setenta y tres. Ése es el número de presos políticos vascos que en las últimas semanas han visto variado su destino. Unos traslados que ya fueron confirmados por el propio ministro español de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en su última visita a Euskal Herria y que se sitúan en el marco de una política penitenciaria en la que los penales de Langraiz, Zuera (Zaragoza) y Villabona (Asturias) aparecen, según son denominados por los medios españoles, como «cárceles laboratorio».

Para Etxerat, más allá de esas tres prisiones, es la política penitenciaria fomentada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero la que se ha constituido en «un verdadero laboratorio represivo». Y advierte de que, pese a que el fondo de esa estrategia «no ha cambiado y sigue siendo la misma» -como decía Rubalcaba en Gasteiz, el pasado 1 de junio-, sí existen nuevas medidas que «buscan aislar por completo al preso y la presa política vasca de todo su entorno social, afectivo, cultural e ideológico».

A juicio de los familiares que comparecieron ayer en Iruñea, estos traslados forman parte de un «chantaje permanente» contra los presos y sus familiares y amigos. Como botón de muestra recordaron el chantaje denunciado recientemente por la joven Nahaia Aguado: la presa sestaorra manifestó haber sufrido presiones sicológicas por parte de carceleros que buscaban que firmara un documento de arrepentimiento.

Los objetivos fijados por el departamento que dirige Rubalcaba respaldan la opinión de los familiares. Y es que, como aclaraba el ministro de Interior hace ya tres años, «todos los gobiernos de la democracia han usado el poderoso instrumento de la situación de los presos para luchar contra el terrorismo».

Si Pérez Rubalcaba nunca ha ocultado la utilización política que realiza de la dispersión penitenciaria, en enero asumía públicamente «algunos movimientos dentro de las cárceles que tratan de reproducir, en esa política de dispersión geográfica, el posicionamiento de unos y otros». La mayoría de los traslados tenían como destino entonces Zuera, Villabona y Langraiz.

Los destinos varían

Medio año después, según denunciaban ayer las representantes de Etxerat Hilargi Juanarena y Jose Campos, han sido 73 ciudadanos y ciudadanas vascas las que se han visto inmersas en un desplazamiento que puede dilatarse hasta dos semanas. Los destinos, en este caso, son dispares; hay tanto alejamientos como acercamientos.

Junto a Juanarena y Campos, comparecieron numerosos allegados de presos políticos que conocen de primera mano lo que acarrea este tipo de traslados. Manifestaron la «enorme inquietud» que genera en los familiares esta nueva vuelta de tuerca que lleva a cabo el Gobierno español.

Como explicaron, antes de llegar al destino marcado por Instituciones Penitenciarias, el preso transita por varias prisiones, donde no tiene opción a llamada, lo que supone para los allegados un largo periodo de tiempo sin tener noticias del preso. En ese tiempo, además, todos los derechos del preso son vulnerados, según Etxerat.

Durante la rueda de prensa que tuvo lugar en la capital navarra, insistieron en las «pésimas» condiciones que sufren los presos durante los viajes en el furgón policial. Al mismo tiempo, denunciaron que en muchos casos, al llegar al destino, los presos políticos suelen comprobar que buena parte de sus pertenencias han sido robadas o extraviadas.

Juanarena comentó que muchos de los presos que han sido trasladados ahora se encontraban inmersos en distintas luchas en sus respectivas cárceles. Ése ha sido el caso de Haritz Arginzoniz, Kepa Arronategi, Roberto Lebrero y Ibai Aginaga, que fueron trasladados desde la prisión de Jaén como respuesta a la huelga de hambre emprendida por los allí encarcelados en favor de sus derechos.

«Son situaciones que vulneran los derechos humanos más elementales de forma evidente. Ponen en riesgo las vidas y el estado de salud de nuestros familiares, y eso es algo que no podemos permitir», criticó con contundencia Jose Campos, compañera de Bautista Barandalla, preso gravemente enfermo que se encuentra en situación de «prisión atenuada».

Los traslados a los que están sometiendo de manera masiva a los presos vascos no es la única medida denunciada ayer por Etxerat. Los cacheos que los familiares vienen sufriendo desde hace nueve meses a la entrada de los vis a vis o las nuevas limitaciones para solicitar las visitas o para acceder a las mismas fueron enmarcadas dentro de esta estrategia por Juanarena y Campos.

No obstante, Etxerat volvió a reiterar su compromiso con los derechos de sus familiares encarcelados, y sus portavoces insistieron en que, con el fin de garantizarlos, llamarán a «todas las puertas necesarias» y trabajarán para «articular la capacidad movilizadora de la sociedad en ese sentido».

14 prisiones

En estos momentos son catorce las cárceles en las que los presos políticos han cogido el testigo de la dinámica de lucha que está llevando el Colectivo de Presos Políticos Vascos.

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