Raimundo Fitero
Percepciones subjetivas
Nos hemos acostumbrado a tener sensaciones térmicas que no se corresponden con la medida del termómetro, por lo tanto, debemos ir incluyendo en nuestro ser cotidiano las percepciones subjetivas convertidas en dogmas a base de estadísticas que son fruto del uso indiscriminado de encuestas que se realizan con técnicas precarias. El CIS acaba de sacar los datos de una encuesta que aseguran que el setenta por ciento de la población del Estado español considera que no hay ninguna televisión de calidad. Y a renglón seguido se dice que las cadenas más valoradas son TVE y Antena 3, por encima de Tele 5 que, a tener en cuenta la encuesta diaria de Sofres a través de medidores en unos millares de hogares, se mantiene en un rango superior de audiencia en muchos tramos de la programación.
Así que estamos conviviendo con percepciones subjetivas constantemente, pero en todos los casos, colocando al electrodoméstico esencial, a la televisión, como algo que se considera obligatorio, gratuito y universal, asunto que no creo que conste en ninguna constitución de ningún Estado o Nación del planeta Tierra. Entre los fanatismos que nos colocan siempre al borde de la extinción como especie, está el de la televisión y su sobrevaloración. Y dentro de esta actitud totalitaria televisiva, la de las organizaciones, gobiernos, ministerios, que intentan cuadricular el gusto y el libre acceso, que se convierten en leyes, reglamentos y desfachateces como considerar que ciertos programas no se pueden emitir en cierto horarios por respeto a la infancia.
La última salida de tono es de una organización que solicita la censura sobe «Sálvame» en su edición diaria, porque considera que sus contenidos no son aptos para el horario infantil en el que se emite parte del mismo. No es cuestión de plantearse una cuestión de concepto, sino que parece excesivo que recaiga sobre una cadena lo que debería ser el uso adecuado de la potestad de los padres, porque, hasta ahora, ver un programa es decisión individual de cada uno y en mi aparato a esa misma hora hay veintitantas opciones más, algunas específicas para niños y niñas. Basta ya de que televisión sea sinónimo de niñera.