El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, pidió ayer a los habitantes de Kandahar, bastión talibán en el sur del país, su apoyo para «limpiar» la zona de insurgentes mientras la ofensiva de las fuerzas extranjeras se ralentiza y la violencia se multiplica. El presidente les dijo a los líderes tribales y funcionarios que la ofensiva será ejecutada por tropas afganas, sin tanques ni armamento pesado, y comenzará en la ciudad de Kandahar, considerada clave por la OTAN en su estrategia para derrotar a los talibán, antes de extenderse a otros distritos.