El partido que certificó el ascenso
Anoeta escenificó la unión blanquiazul
REAL SOCIEDAD 2
REAL CLUB CELTA 0
Joseba ITURRIA
Gipuzkoa entera se vistió ayer de blanquiazul para vivir un día de fiesta inolvidable al volver a la categoría que le corresponde por la productividad de su cantera, por la fidelidad de sus seguidores y por la unión entre los jugadores y su afición, que fue lo más bonito de la fiesta. La Real habría subido incluso en el caso de perder, pero la fiesta necesitaba de una victoria asegurada en los primeros minutos del segundo tiempo por dos goles de Xabi Prieto y Bueno gracias a la intervención en ambos casos de Griezmann. Y la victoria dio al club el título de Segunda tras superar a plantillas como la del Betis, que para sí quisieran clubes de Primera.
La Real no, porque tiene un tesoro mayor en la calidad y el compromiso de los jugadores formados en Zubieta y que han asumido la responsabilidad de devolver al club a donde siempre lo han conocido con la buena aportación de futbolistas extranjeros que han aportado como los demás y se han integrado al vestuario de maravilla. Entre ellos tres uruguayos -Lasarte, Balbi y Bueno-que han sabido integrarse primero como las demás incorporaciones y han trasmitido después el carácter y la intensidad con la que en su país se vive el fútbol.
Un ascenso basado en lo que siempre ha dado buen resultado a la Real, su apuesta por la cantera y la unidad del equipo con su afición. Dos claves que se habían perdido en los años anteriores. La Real volvió a jugar ayer con ocho canteranos en su once, ese promedio ideal para este club. Ha ascendido con una plantilla en la que 17 de sus 25 integrantes han salido de Zubieta. Y de los 8 que han llegado de fuera, tres están entre los menos utilizados en una demostración de que con media docena de buenas aportaciones foráneas hubiera sido suficiente.
Una afición de Primera
Y la otra clave, además de la respuesta de Zubieta, ha estado en la afición de Anoeta. El estadio se llenó ayer y el ambiente fue mayor que nunca, pero no mejor que el que lo ha sido cada partido de esta temporada. Los 32.000 que disfrutaron ayer de la fiesta del ascenso no apoyaron más que los 16.000 que, en la peor entrada, fueron a animar a la Real ante el Cádiz en medio de un temporal de nieve. El equipo ha sumado quince victorias, cinco empates y una derrota esta temporada en su estadio, 50 de los 74 puntos que han servido para asegurar el título de mejor equipo de Segunda. Y lo ha hecho gracias a una afición ejemplar.
Por eso fue una maravilla ver en Anoeta las caras y la celebración de los jugadores y de los aficionados que tanto han sufrido y que tan bien han respondido en la etapa más dura de la historia de la Real. Fue maravilloso ver un estadio vestido al completo de blanco y azul, de esos dos colores que unen a un pueblo, que enlazan Zubieta y Anoeta. Unos colores que se plasmaron en un mosaico en el que detrás de cada cartulina aparecía un lema que define a la perfección el éxito de esta temporada: «Si nosotros nos dejamos las gargantas, ellos se dejan la piel». Y cada uno cumplió con su parte y así la victoria estaba asegurada.
Porque la Real metió los dos goles en el inicio del segundo tiempo, pero el partido estaba ganado antes de empezarlo. Se empezó a ganarlo en el vestuario de Zubieta en el que se ha cimentado el ascenso en la unidad entre la plantilla y el cuerpo técnico, pero se terminó de vencer desde el mismo momento en el que el autobús que trasladaba al equipo se topó con una kalejira impresionante. Por eso realizar cualquier análisis del partido de ayer es absurdo. La Real tenía el partido ganado antes de jugarlo porque la unión entre un equipo comprometido con su club y la afición que lo forma hace la fuerza. Que no se pierda esa clave.