Elecciones legislativas en Bélgica
N-VA mejora los pronósticos y se prepara para la reforma del Estado
Diferentes portavoces políticos y tertulianos francófonos definieron la victoria de N-VA como una pesadilla para Bélgica. Consideraron, y no se equivocan, que estos resultados confirman los peores augurios de los sectores más unionistas.
Gorka ELEJABARRIETA
N-VA ha confirmado los sondeos y se ha convertido en la primera fuerza política de Flandes y de Bélgica con el 29% de los votos, por encima incluso de los mejores pronósticos.
La prensa nacional e internacional, los analistas e, incluso, sus contrincantes políticos han calificado de manera unánime los resultados obtenidos por N-VA como históricos. Han doblado su mejor resultado anterior.
Por primera vez desde la creación de Bélgica, en 1830, un partido independentista ha ganado las elecciones en Flandes.
Por contra, en Valonia y Bruselas el Partido Socialista ha resultado vencedor de una manera muy holgada.
La creación de un Gobierno federal va a resultar, por lo tanto, una ardua tarea.
Los portavoces socialistas francófonos se apresuraron a confirmar que tendrán que negociar con N-VA para la formación de un nuevo Gobierno. Aparcaron, de momento, los miedos y odios manifestados durante la dura campana electoral. Bart de Wever, líder de N-VA, por su parte, declaró también que se tendrán que construir puentes entre su partido y los partidos francófonos.
Diferentes portavoces políticos y tertulianos francófonos definieron la victoria de N-VA como una pesadilla para Bélgica. Consideraron, y no se equivocan, que estos resultados confirman los peores augurios de los sectores más unionistas.
Ahora Alberto II, rey de Bélgica, deberá nombrar un informador y posteriormente un formador de Gobierno. Las negociaciones van a resultar largas y muy difíciles. N-VA ha ganado estas elecciones haciendo un alegato confederalista. Prometió una reforma del Estado para avanzar de un Estado federal a otro confederal, incluyendo la partición de la caja de la Seguridad Social, la desaparición de la circunscripción Bruselas-Halle-Vilvoorde y de la región de Bruselas...
Los partidos francófonos, sin excepción, se pronunciaron en contra de estas propuestas, por considerarlas líneas rojas que no pueden ser cruzadas sin poner en riesgo la existencia de Bélgica.
N-VA se ha ganado con sus votos el derecho a participar en la próximas negociaciones para la creación del Gobierno federal. No incluirla en las conversaciones sería no respetar la decisión democráticamente adoptada por los flamencos, y ningún partido se va a atrever a ello. Otra cuestión será que consiga alcanzar un acuerdo, empresa muy complicada a día de hoy. Mucho van a tener que cambiar las posiciones francófonas para que Bart de Wever firme un acuerdo institucional.
Por contra, todos los partidos coinciden en que en la legislatura que comienza hoy se tendrá que realizar una reforma del Estado. El problema reside en que constitucionalmente para poder llevar a cabo una reforma del Estado se necesita el apoyo de dos tercios de la Cámara. Teniendo en cuenta que el «cordón sanitario» que se aplica a los representantes del Vlaams Belang imposibilita algún acuerdo con ellos, puede resultar imposible llevarlo a cabo sin incluir tampoco a N-VA.
Por otra parte, los electores flamencos votaron y recompensaron a N-VA por defender precisamente esas ideas y, por lo tanto, si el resto de partidos flamencos se embarcaran en la aventura de la reforma del Estado dejando de lado a N-VA y, consecuentemente también sus reivindicaciones, sería como hacerse el harakiri político, ya que probablemente en futuras elecciones N-VA no haría más que mejorar sus ya fantásticos resultados electorales.
Otro dato para la reflexión lo aportó el escrutinio de los resultados en Bruselas. Resulta evidente que éstos no pueden ser obviados, y no lo serán, por los independentistas flamencos. La capital histórica de Flandes se ha convertido en un islote francófono y belguicista dentro de las fronteras flamencas. Los datos linguísticos en cuanto a conocimiento y utilización de las diferentes lenguas en Bruselas así lo corroboran.
Los electores flamencos han votado de nuevo por una reforma del Estado. Demandan mayor autonomía, y esta demanda no puede caer en saco roto una vez más.
Todos los caminos llevan a Roma. Evidentemente una reforma del Estado que conceda mayor autonomía a las diferentes regiones, reforzará y facilitará la desintegración de Bélgica. Si por el contrario los francófonos optan por vetar y torpedear la reforma del Estado, las posiciones de los partidos políticos flamencos así como de la opinión pública se endurecerán, y el apoyo al independentismo crecerá. No hay vuelta atrás.