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Óscar Rodríguez Secretario general del grupo parlamentario Socialistas Vascos

España y el perdón

Desgraciadamente hubo muchos vascos que fueron carlistas y falangistas, y apoyaron a Franco y al franquismo. Hubo muchos. Demasiados

Con cierta reiteración, las fuerzas políticas nacionalistas insisten en la idea de que el Gobierno de España tiene que pedir perdón por hechos de la guerra civil que afectaron terriblemente a Euskadi, como es el caso del bombardeo de Gernika. La última expresión de esta idea recurrente la hemos tenido, este pasado jueves, en el Parlamento Vasco, con ocasión del debate sobre una iniciativa de Aralar.

En ella, se insta al actual Gobierno de España a que pida perdón al pueblo de Gernika por el bombardeo que sufrió en 1937. Algo que carece de toda lógica, y de toda justicia, se mire como se mire. Porque no resulta procedente que el Gobierno democrático -el único existente en 1937- pida perdón por algo que no solamente no hizo, sino que, además, se apresuró a denunciar desde el primer momento en todas las instancias internacionales. El «Guernica» de Picasso, encargo del Gobierno de la República, fue la expresión más emblemática de esta denuncia.

Se plantea que los legítimos representantes de todos los españoles (vascos incluidos) pidan perdón por una atrocidad cometida en guerra contra las instituciones democráticas de España. En otras palabras, la España agredida debería pedir perdón por haber sido agredida.

Sin embargo, en mi opinión, el actual Gobierno de España, heredero democrático del Gobierno de la República española, no tiene por qué pedir perdón por el bombardeo de la aviación nazi contra territorio leal a la República.

Yo diría, por eso, que tal petición resultaría delirante. Como delirante sería que el hijo de una víctima del terrorismo, en lugar de recibir el reconocimiento social e institucional del país, tuviera que pedir perdón por el crimen que se cometió contra su padre. A esta lógica absurda es a la que nos llevaría la mencionada propuesta.

Y es una lógica tan absurda que sólo puede asentarse en una doble idea, derivada de un doble prejuicio: que España no es un Estado plenamente democrático, y que la guerra civil en Euskadi -y, por tanto, el bombardeo de Gernika- fue una guerra de invasión de España contra los vascos.

Para algunos, España sigue siendo sinónimo de país invasor. Luego tiene que pedirnos perdón. Así, pidiéndonos perdón, podría ser declarada culpable. Con lo cual cerraríamos el círculo vicioso y victimista que a buena parte del nacionalismo tanto le gusta mantener.

La propuesta supone un doble disparate, que se desmiente con los hechos que podría seguir enumerando sine die, porque se trata sencillamente de la Historia. Y cualquiera que ojee con rigor los libros de Historia, llegará a la conclusión, si es mínimamente objetivo, de que la guerra civil española fue, como su mismo nombre indica, una guerra civil entre españoles.

Una guerra civil desencadenada por un alzamiento militar contra el Gobierno legítimo de entonces, y que contó por desgracia con la adhesión de una parte no despreciable de la sociedad vasca. Y, por eso mismo, fue también una guerra civil entre vascos. No entre vascos y españoles, como tantas veces algunos quieren hacer creer, especialmente a la gente joven en Euskadi.

De manera que, si hubiera que pedir perdón, tendríamos que hacerlo en varias direcciones, y no en una sola. Porque a lo mejor tendrían que ser las instituciones vascas las que pidieran perdón por el apoyo de muchos vascos al levantamiento franquista, que propició crímenes contra la humanidad, como los bombardeos de Gernika y también de Eibar o Durango. Porque desgraciadamente hubo muchos vascos que fueron carlistas y falangistas, y apoyaron a Franco y al franquismo. Hubo muchos. Demasiados.

Ojalá llegue el día en el que consigamos que toda nuestra juventud lea y conozca nuestra Historia. De esta forma dejaríamos de ocupar tanto tiempo con estos debates en el Parlamento, ya que ningún partido tendría la tentación de presentar iniciativas de este tipo.

Tengo claro que hasta que llegue ese día, iniciativas como la que he descrito, o bastante parecidas, seguirán presentándose en el Parlamento. Porque como dice un intelectual y filósofo vasco, para algunos «no es sólo que España sea mala, sino que a todo lo que es malo le llaman España».

En cualquier caso, otros no nos vamos a callar. Seguiremos alzando la voz porque no estamos dispuestos a permitir que nadie, por intereses de parte, manipule la memoria histórica de un país tan plural como Euskadi.

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