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Análisis | Hacia una nueva independencia

Groenlandia, ante el reto de decidir su futuro

El debate político en la actualidad se centra, sobre todo, en cuándo ejercer el derecho de autodeterminación. El partido gobernante (IA, izquierda independentista) dice que es necesario esperar unos años más en busca de la viabilidad económica, pero el sindicato SIK y otros agentes replican que es necesario decidir el futuro político como pueblo cuanto antes.

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Igor URRUTIKOETXEA Secretario de Relaciones Internacionales de LAB

El autor realiza un análisis de la realidad política y social de Groenlandia, país que ha visitado recientemente invitado por SIK, el principal sindicato de esta nación actualmente bajo administración de Dinamarca y que puede convertirse en Estado independiente en un futuro cercano.

Otro año más comienza el verano en Kalallit Nunaat (Groenlandia) y el sol de medianoche hace todavía más bello el glaciar de Ilulissat, el mayor del mundo fuera de la Antártida. Hemos venido a Groenlandia invitados por el sindicato SIK, a fin de conocer de primera mano la realidad económica, social, sindical y también política de esta nación bajo administración de Dinamarca.

Groenlandia abandonó la Comunidad Europea (hoy día, UE) en 1985, a pesar de que en algunos ámbitos como el comercio se aplica la normativa europea y de que forma parte del espacio Schengen.

La población de Groenlandia la conforman 58.000 habitantes, de los cuales el 85% son de origen inuit. Hay que subrayar que no todos los inuit viven en Groenlandia, ya que este pueblo se halla disperso por Canadá, Alaska y Rusia, además de Groenlandia.

El 15% restante de los habitantes groenlandeses son de origen danés. Unas 50.000 personas hablan el kalaallisut, el dialecto groenlandés del idioma inuit que, hoy día, es junto con el danés idioma oficial, a pesar de que durante décadas estuvo relegado a un segundo plano.

Esta situación cambió gracias a la presión popular que el 25 de noviembre de 2008 desembocó en la aprobación de la ampliación del estatuto de autonomía de Groenlandia mediante un referendo. En el citado referéndum la mayoría de la población dio su visto bueno al desarrollo del autogobierno, median- te la adquisición de mayores recursos económicos, del control sobre los recursos petrolíferos, estableciendo como preferente la utilización del idioma groenlandés en la Administración y los servicios y, además, se dejaba la puerta abierta a la convocatoria de una consulta de autodeterminación en un futuro relativamente próximo.

A este referendo le siguió la llegada al poder, hace un año, del partido independentista de izquierdas Inuit Ataqatiggit (IA), que defiende el ejercicio del derecho de autodeterminación para Groenlandia. IA cuenta con trece de un total de 31 parlamentarios, y gobierna en coalición con dos partidos minoritarios.

La principal fuerza de oposición es el socialdemócrata Siumut, que perdió las últimas elecciones tras gobernar durante tres décadas. En la actualidad cuenta con nueve parlamentarios, y también dice defender el derecho de Kalaallit Nunaat a decidir su futuro.

En la lucha por la defensa del derecho de autodeterminación de Groenlandia, además de los partidos políticos, está jugando un rol muy importante el sindicato SIK (Organización de la Gente Asalariada), nuestro anfitrión, que fue creado en 1956. Es el mayor sindicato de este pueblo y cuenta con una afiliación de casi 10.000 personas. Se trata de una organización en la que confluyen distintas sensibilidades políticas, pero cuya acción sindical pivota en tres ejes fundamentales desde la década de los 90, cuando pasó a apostar por un sindicalismo socio-político: defensa de los derechos de la clase trabajadora, defensa y exigencia de la aplicación del derecho de autodeterminación y exigencia de la prevalencia del idioma groenlandés en todos los ámbitos de la vida económica y social de la isla.

La mayoría de la población defiende claramente la autodeterminación para Groenlandia e, incluso, su independencia. No obstante, en una nación como ésta, en la que el clima condiciona tan fuertemente todos los aspectos de la vida y la propia economía del país, el debate se centra fundamentalmente en la actual viabilidad económica de una posible Groenlandia independiente.

Así, Groenlandia cuenta con un desempleo del 6%, y una economía fuertemente subvencionada por el Estado danés que anualmente inyecta a su economía más de 400 millones de euros (8.000 euros por habitante), y la pesca representa el 80% de las exportaciones. El grado de desarrollo de la isla es, además, muy alto.

No obstante, esta tierra cubierta por el hielo, que concentra el 7% de agua dulce del mundo, cuenta con inmensos recursos minerales, como carbón, zinc, gas e incluso petróleo, que junto con los ingresos por turismo, se visualizan como las principales fuentes de ingresos económicos ante una posible independencia de Dinamarca.

Y es que, paradójicamente, tal y como nos explicaron los compañeros de SIK, «el cambio climático, que es una evidencia y que tanto nos preocupa como pueblo, en caso de que siga a este ritmo, va a tener en un futuro no muy lejano consecuencias sociales y económicas muy grandes».

La progresiva eliminación de la placa de hielo perpetua que cubre el 85% de la isla, unido al calentamiento del agua, ha hecho que algunas especies de peces hayan visto reducido drásticamente su número de ejemplares y, por otra parte, hará más fácil en un futuro la explotación de los recursos minerales (que hoy día también se da, pero no a gran escala). Lo mismo sucede con el petróleo, ya que al ser más fácil trabajar en la actualidad en estas aguas, compañías como ExxonMobil o Chevron, entre otras muchas, están ya realizando exploraciones, con el ambicioso objetivo de empezar a explotar estos recursos en unos diez años.

El debate político en la actualidad se centra, sobre todo, en cuándo ejercer el derecho de autodeterminación. El partido gobernante dice que es necesario esperar unos años más, alegando que el futuro económico del país no está asegurado, pero el sindicato SIK y otras organizaciones replican que es necesario decidir el futuro político como pueblo cuanto antes, adquiriendo para ello todas las herramientas jurídicas y políticas, a fin de poder comenzar desde ahora a garantizar un desarrollo económico, social, político y cultural equilibrado y respetuoso con la realidad del territorio con menor densidad de población del planeta.

Al igual que en Euskal Herria, el debate por decidir el futuro está de actualidad en Groenlandia. A diferencia del Estado español en el caso vasco, el Estado danés ha afirmado reiteradamente que, a pesar de que no impulsará ni apoyará una posible independencia de Kalaallit Nunaat, respetará lo que la mayoría de la población decida de forma demo- crática. La lucha, por lo tanto, se desarrollará en términos dialécticos y en un marco de juego democrático.

El glaciar de Ilulissat, que también destaca por ser el de mayor movilidad del mundo (19 metros al día) avanza inexorable hacia el mar, donde se transforma en grandiosos iceberg. De igual manera, Groenlandia avanza inexorable hacia su futuro, donde tal vez bastante pronto se convierta en un Estado soberano más.

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