Análisis | El Baskonia se hace con la liga más difícil
Porque todavía queda hueco para el romanticismo profesional
Este triunfo confirma al club en sus ideales. Pese a que haya otros modelos para obtener títulos, Kerejeta se la jugó confiando plenamente en Ivanovic y este triunfo le ha dado la razón
Jon ORMAZABAL
Aunque la mayoría de equipos quisieran para sí el potencial que actualmente aglutina el Baskonia con respecto a casi todos sus competidores, además de por la forma, el triunfo azulgrana adquiere un cariz especial por su fondo. Porque en un mundo del deporte tan mediatizado por el poder económico y el bipartidismo, ha demostrado que sigue habiendo hueco para el romanticismo eso sí, un romanticismo muy profesional.
Cuentan los que han estado por allí que la sala VIP del Baskonia en el pabellón de Zurbano impresiona a cualquier visitante en su primera entrada. Este choque no llega por el lujo de las instalaciones, ni por el novedoso diseño, ni por el nivel del catering que allí se dispensa. Una enorme foto capta enseguida la atención del visitante, una instantánea que no recoge ninguno de los 14 títulos que jalonan el palmarés del club de Zurbano. Se trata de una de las mayores espinas que el baskonismo se sacó el martes de un plumazo. En ella se puede ver el maldito triple de Herreros con la siguiente leyenda: «La grandeza de un club no se mide por sus títulos, sino por las veces que es capaz de levantarse».
No deja de ser una anécdota, pero lo anterior no deja de ser el reflejo de una filosofía, de un carácter, de una mentalidad o de un llámese como se quiera en el que se sustenta un club y una victoria como la del martes, que reconfortan a uno con el deporte. Porque en el duelo a priori más desnivelado, en el que los pronósticos parecían más claros, en la final menos abierta de los últimos años, el deseo, la fe y el convencimiento dieron un sopapo a la lógica comercial imperante.
Pero el tan manido «Carácter Baskonia» no dejaría de ser un gran eslogan publicitario, ni lo de San Emeterio -jugador desahuciado a comienzos de temporada, que tenía un preacuerdo con Cajasol que se rompió in extremis por la salida de Vidal- un magnífico guión para la nueva película de Disney si detrás de todo este romanticismo tan poético no existiese una estructura tan definida, marcada y profesional que rigiese el día a día del club.
Porque tras toda esta épica de su título liguero más complicado y sorprendente, que seguro servirá para seguir captando adeptos, para obtener mayores apoyos institucionales y seguir creciendo, sobre todo reafirma al club en sus ideales.
Porque Josean Kerejeta, uno de los máximos responsables, por no decir el inventor de todo este Baskonia que conocemos hoy en día, se la jugó hace dos años en una decisión de la que seguro no se arrepiente para nada. Porque no tuvo que ser nada fácil, desde luego no fue nada popular, desprenderse de Neven Spahija tras darle a su club su segundo título de ACB. El técnico croata demostró que se pueden ganar títulos de otra manera, hay otros modelos que pueden ser válidos para otros clubes, pero no para el Baskonia. No para ese concepto de club que el de Lazkao tiene en mente y que le ha llevado a codearse, con sus taras y dificultades, con los más grandes.
Kerejeta, junto a Salazar pionero en buscar nuevos mercados de jugadores, pionero en crear una estructura tan profesional en un club de baloncesto, innovador en la gestación de nuevos recursos económicos como el BAKH, líder a la hora de manejarse en los despachos de competiciones e instituciones, supo ver antes que nadie que, por mucho que lo intentara, nunca podría competir de tú a tú con los grandes, aunque por momentos les haya quitado un escalón. Vio antes que nadie que siempre habrá alguien con más recursos o potencial, por lo que siempre ha buscado una fórmula que lo ha hecho especial y sabe mejor que nadie que Dusko Ivanovic es el hombre ideal para llevarla a cabo. Con él se siente tranquilo, en él confía y sabe que es el idóneo para exprimir al máximo a sus jugadores desde el primer al último entrenamiento.
La fórmula fracasó con estrépito en Barcelona, donde se pueden permitir tener picos y amoldarse al estado puntual de sus estrellas, confiando en que éstas decidan en los momentos puntuales, donde no es necesario darlo todo en cada partido; en definitiva, donde la calidad prima sobre el esfuerzo, sin renunciar a ninguno de ellos.
Sin embargo, para poder seguir el pulso a ésos que se han convertido en rivales directos, en el Baskonia están obligados a exprimirse cada día, a buscar recursos de los sitios más insospechados, y ésa fue una de las claves de este tercer título de ACB en el aspecto deportivo, pero también lo es en el crecimiento patrimonial.
Pero tampoco nos ceguemos por el corazón. Que las ligas no están al alcance de cualquiera, que la actual plantilla del Baskonia tampoco está compuesta por don nadies que juegan a esto por amor al arte. La diferencia está en la manera en la que llegaron a Zurbano.
Así como los grandes fiascos de la historia azulgrana han estado en los fichajes hechos a base de talonario, especialmente en el puesto de cinco, el crecimiento deportivo del club ha estado en esos jugadores que llegaron siendo proyectos y salieron como grandes realidades, dejando una gran inyección económica. Han sido los Nicola, Scola, Nocioni, Calderón, Macijauskas y otros los jugadores que, con el ojo de Alfredo Salazar y el mimo y la paciencia de Iñaki Iriarte, los que han permitido al Baskonia acumular títulos e instalarse en la élite.
Profesionales de la factoría Baskonia que fueron exprimidos hasta la última gota con la seguridad de que su esfuerzo sería compensado con su sueño de cruzar el charco. Y ése es exactamente el camino tomado por Tiago Splitter, una senda que le llevará a San Antonio este verano, como ayer mismo asumía Josean Kerejeta públicamente, con aparente naturalidad y normalidad.
Es el ciclo que cumplieron sus antecesores y, salvo que las celebraciones y las peticiones de los aficionados le hagan cambiar de opinión, el que va a cumplir el pívot de Joinville, que abandonará Europa con la vitola de jugador más determinante en su posición. Hoy por hoy, las dudas sobre quién tomará su relevo, como el propio Splitter hizo con Scola, son mayores que nunca. Pero «sólo hay un equipo capaz de cubrir un vacío tan grande».
Habrá séptimo partido en la final de la NBA. Los Angeles Lakers barrieron a los Boston Celtics por 89-67, que no tuvieron opción en su primer «match ball» para hacerse con el anillo. El desempate se disputará la madrugada de mañana en el Staples Center.
Lagun Aro GBC presentó a Lander Lasa como jugador de su plantilla. El tolosarra ha jugado en el Lan Mobel las dos últimas campañas, aunque ya ha entrenado con el club donostiarra desde enero, cuando salió Edgar San Epifanio.
El Fernando Buesa Arena vivió ayer al mediodía la entrega del reloj de campeones de la Liga ACB para la plantilla, cuerpo técnico y directivos del Caja Laboral, cumpliendo con una tradición que se mantiene desde hace ya nueve temporadas.