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CRÓNICA Araba Euskaraz

Miles de euskaltzales arropan el nacimiento de una nueva ikastola

Gogo biziz». Y a fe que quienes se acercaron ayer a Agurain vivieron con ganas la fiesta en favor de las ikastolas, en una comarca donde cada impulso al euskara cuenta por mil. Porque miles fueron los que se sumaron al nacimiento de una nueva ikastola, a pesar de que, por el tiempo, pareciera más un Nafarroa Oinez de octubre.

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Joseba VIVANCO

«Patateroa naiz eta harro nago», defienden en su solapa muchos alaveses, sobre todo de la Lautada. Pero ayer, en el corazón de esta comarca, miles de personas, babazorras o no, defendieron al unísono el lema «euskalduna naiz eta harro nago». El Araba Euskaraz, en su trigésima edición, volvía a estas tierras de patata y cereal, donde la lengua vasca acaba de dar un paso más: el nacimiento este curso de una nueva ikastola, que se suma así al proyecto de la Federación de Ikastolas. Un nacimiento necesitado de fondos económicos a los que la organización esperaba contribuir con la fiesta de ayer.

«Que haga muy buen tiempo y que venga mucha gente», pedía en voz alta en los días previos Maite Ortega, directora de Lautada Ikastola. Para lo primero, anduvieron muy justos en los huevos que llevaron a las Clarisas de Agurain; sobre lo segundo, la afluencia de público fue aceptable, aunque no hubo aglomeraciones en los cuatro gunes programados.

A las nueve y media de la mañana, y bajo un cielo amenazante, organizadores, autoridades locales, el diputado general alavés, Xabier Agirre, y la consejera de Educación, Isabel Celaá, inauguraban el circuito. Luego, la comitiva se dirigía a pie hasta Harresi Aretoa, donde se tributaba un sencillo y cariñoso homenaje a tres andereños que hace tres décadas comenzaron a poner las primeras piedras de la recuperación del euskara en la zona. Arantza Ohiharbide -lo recogió su hijo- Jone Usabiaga y Junkal Ulaondo, quien tuvo palabras de recuerdo para la desaparecida Felisa Zabaleta. «Lana ez da bukatu», arengó a los presentes, recordando que, aun siendo guipuzcoana de origen, siempre lleva en su corazón un pedazo de Lautada.

En el exterior, al acabar el acto, la gente llegaba poco a poco hacia el circuito en torno al amurallado casco histórico. La mayoría, cuadrillas de jóvenes armados de bolsas del súper, cargadas de Coca-Cola -patrocionador, qué menos, de la fiesta- y vino barato en tetra-brik. La mayoría en dirección hacia el gune donde a las once comenzaban los primeros acordes «punkarras» del grupo local Los Beltzas, con su aún adolescente vocalista Mohamedu, liderando los primeros movimientos de caderas y puños al aire de los cada vez más asistentes al espacio reservado a los más jóvenes.

El itinerario programado -de tan sólo tres kilómetros-, lleva ba desde allí hasta el txoko Eusko Label. A la brasa, 302 kilos de txahala criada en Delika para repartir 1.500 raciones a dos euros. «Raciones generosas ¿eh? Vamos, raciones bilbainas... porque si esto lo das en Catalunya, salen 2.500», se reía el encargado de ponerla en su punto. Un pintxo de ternera y traguito de vino de Rioja Alavesa.

El recorrido conducía hasta la misma ikastola, donde los cocineros de Boilour preparaban paella para unos 450 comensales. Es mediodía y el cielo se debatía entre nubes y claros. «Bueno, a ver si aguanta sin llover», confiaba una señora. El viento del norte azuzaba y nadie se desprendía de su ropa de abrigo. Más parecía un Nafarroa Oinez de octubre que el Araba Euskaraz de junio. Tanto se notaba que en uno de los puestos de helados reconocían haber vendido en toda la mañana ¡sólo tres!

Ellos no tenían los problemas de las dendak de ropa y material de la fiesta. Lo advertían en carteles bien grandes: «Ez da 500 euroko billeterik onartuko''. Quizá para una camiseta o una sudadera no, pero para pasar por las txosnas quién sabe. Teniendo en cuenta que el kalimotxo y la caña estaban a 3 euros y el bocata a 8... Por el puesto de las talogileak de Ataun, ni preguntar... aunque a medida que transcurría la mañana se notaba que el talo sigue teniendo su tirón y su público. Y haciendo fresco, hasta calienta las manos.

En otra de las áreas, junto a las piscinas, los bailes de Algara Dantza Taldea lograban reunir también a un buen número de público. Luego, les tocaría el turno a los bertsolaris locales, con también buena aceptación.

Y mientras el cielo se abría y se cerraba, la calle Mayor iba ganando en ambiente, que culminaba en la plaza Andra Mari, donde la gente se reunía en torno a los bares y txosnas. La juventud, no obstante, seguía prefiriendo el espacio dedicado a los conciertos, decantándose muchos por hacer su particular botellón en la zona verde, provistos eso sí de oportunas toallas para evitar la humedad. Y entre trago y conversación, una partida de socorridas cartas.

Con los espacios para los más txikis muy concurridos y los bares y txosnas haciendo caja, donde no daban abasto era en la tómbola. Desde camisetas de los equipos vascos de fútbol o del Baskonia firmadas por jugadores a bolsas de patatas fritas. Como rezaban los boletos al abrirlos, «Zorionak! Jaso ezazu zure saria». Y es que todos los boletos tenían premio. Y a un euro cada uno, pues ¡hagan juego señores!

Hora de comer y toda la jornada vespertina por delante. Curiosamente, al tiempo que debido a la inestabilidad del cielo hubo gente que se fue, mucha otra, quizá porque al final el sol ganó la batalla, se acercó a Agurain por la tarde. «Uno de Tráfico me ha dicho que le habíamos engañado, que el Araba Euskaraz era a la tarde», comentaba al última hora con humor Angel Olalde, coordinador de la fiesta. «Estamos satisfechos», valoraba. «Hemos dado a conocer el proyecto de la nueva ikastola y el de Ikastolen Elkartea en esta comarca, que era uno de los objetivos», resumía. Agur Agurain 2010, kaixo Laudio 2011.

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