Maite SOROA | msoroa@gara .net
El terrible sino de los conversos
La verdad es que tiene que ser terrible vivir con el afán del converso, todo el santo día intentando convencer a los demás de la sinceridad de la conversión. Como San Pablo, al que todavía le deben de doler las costillas del costalazo que se pegó al caer del caballo.
Ayer encontré dos testimonios que dan fe de ello.
Eduardo Teo Uriarte, en «El País», se lamentaba: «Ahora que la bicha toca a su fin no sé qué les ha dado a todos en no dejarla morir en paz. Es cierto que los periódicos necesitan vender ejemplares y el tema de ETA todavía da de sí. Es bastante normal que sus seguidores intenten alcanzar, parodiando al Cid, una victoria después de muerta. Entra dentro de la lógica que este PNV desbocado desde el pacto de Lizarra intente sacar una utilidad política a su fin, pero lo que desencaja a primera vista es la preocupación de Egiguren por implicar a Patxi López en esta agonía como si de ella fuera a sacar algo». Y a continuación nos revela cómo se cayó del solípedo en compañía de su colega de correrías: «No se entendió cuando Onaindia propuso, para escándalo del entonces consejero de Cultura, Joseba Arregi, un acercamiento político al mundo de HB (del que renunció en cuanto descubrió el origen ilustrado de la nación española), y ahora, cuando sólo se espera el acta de defunción, lo entiendo mucho menos». Lo del origen «ilustrado» de la nación española es como para doblarse de risa, ¿verdad?
Y en «La Razón», Carmen Gurruchaga también aparecía escandalizada y repetía, letra por letra, las ocurrencias de Pérez Rubalcaba: «resulta más plausible pensar que Batasuna está genéticamente incapacitada para apartarse de la banda y no está en condiciones de convencer a esta de que deje las armas». Ya que le pagan, podía haber intentado pensar algo por sí misma.
Pero, al igual que Uriarte, el blanco de su anatema, es Eguiguren: «Eguiguren sigue empeñado en llevar la contraria a Rubalcaba, convencido de que la izquierda abertzale avanza rápidamente hacia su desvinculación de la violencia (...) Hay algo difícil de entender. ¿Por qué le permiten a Eguiguren ir por libre, pese a la confusión y división que genera su postura?». Se pegaron una costalada al caer del caballo y todavía caerán otra vez.