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Helen Groome Geógrafa

Plan de Convivencia Democrática

El representante del alumnado había insistido en que el alumnado tenía claro que no quería ser utilizado ni manipulado por nadie

Se reunió el órgano de máxima representación del instituto, el Consejo Escolar. La reunión era monográfica: cómo introducir el Plan de Convivencia Democrática como asignatura. Como primera aportación, la directora dejó muy claro que el debate, quisiesen o no, no era sobre si se iba a incluir o no esta asignatura, sino cómo.

La reunión concluía en consenso en apenas una hora. Quizá no tenía que haberse sorprendido al ver que era la representante del alumnado quien había facilitado el camino. La directora había dejado a cada clase del instituto una hora a solas para que el alumnado debatiera el tema para llevar ideas concretas al Consejo.

Pues he aquí el resultado: para empezar, el alumnado proponía dedicar dos sesiones a analizar qué significa exactamente «convivencia» y qué «democrática», más sabiendo que, como bien subrayó su representante, gran parte del alumnado no tenía más referencia que lo que decía la televisión (en sus palabras, «una fuente de información que no es siempre muy instructiva, sino a veces más bien destructiva»).

El alumnado también quería dedicar una sesión a repasar los criterios para una clase: el respeto a la palabra ajena si se quiere respeto a la propia, la capacidad de admitir que hay más de una verdad o una visión de las cosas... Propuso que si el módulo incluyera entrevistas con personas ajenas al instituto, esas personas también tendrían que renunciar a la imposición de discursos huecos y ser capaces de escuchar opiniones distintas.

El alumnado había dado gran importancia a estos factores y su representante había insistido en que el alumnado tenía claro que no quería ser utilizado ni manipulado por nadie («cómo creemos estar ya en algunas asignaturas»). Pero más sorpresa produjo la lista de temas que el alumnado proponía para subsiguientes sesiones de la nueva asignatura. O, pensándolo bien, no era sorpresa: diez sesiones sobre las mujeres como víctimas de la falta de convivencia democrática (violencia física, legal, social, económica...); cinco sesiones de testimonios de la Guerra Civil («el alumnado que represento está harto de oír que es mejor no profundizar en el tema»); cinco sesiones con testimonios del impacto para la convivencia democrática de un sistema económico basado en la competencia (paro, desigualdad de rentas...); dos sesiones sobre la realidad de la convivencia democrática de la gente de sus años (exclusión de la vida política oficial al no tener 18 años...).

La directora le interrumpió para recordarle que tenía que incluir el tema de las víctimas de la violencia política. La representante del alumnado le miró con extrañeza y dijo «entendemos que todos estos temas lo tratan. Entendemos lo que el Gobierno llama víctimas de la violencia y no los hemos marginado. Está en nuestra lista, nuestra larga lista. Lo que pasa es que vemos que el Gobierno ha olvidado o no da importancia a todas las demás víctimas y opinamos que esta asignatura debe ser pedagógica y no parcial o electoralista».

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