En medio de las aldeas devastadas, sin agua potable ni electricidad, los equipos de rescate trataban ayer de encontrar al millar de personas desaparecidas a consecuencia de las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales en el noreste de Brasil, que se han cobrado ya la vida de 41 personas y han causado decenas de miles de evacuaciones.

En el estado de Alagoas se registraron 29 muertes y 12 más en Pernambuco tras una semana de intensas precipitaciones.

La televisión mostró decenas de casas destruidas en Quebrangulo (Alagoas) y sus calles repletas de escombros y vehículos arrastrados por toneladas de grava y lodo desprendidas de la montaña. Antes de las riadas, 70.000 personas huyeron de sus hogares en la región, mientras que en todo el estado hubo 177.000 víctimas. Quince municipios en este pequeño y pobre estado han sido declarados en estado de catástrofe natural tras las inundaciones provocadas por los ríos Mundaú y Paraíba.

Una situación parecida vive Barreiros, en el vecino estado de Pernambuco, donde 54 municipios fueron afectados por las inundaciones y deslizamientos de tierra, que han dejado sin hogar a casi 43.000 personas .