CRíTICA teatro

Unidos por el tono

Carlos GIL

Podríamos resumir esta propuesta como un trabajo metateatral que logra conmover debido a la unidad de tono, es decir, que la dirección ha ejercido su trabajo a base de una colaboración entre los componentes del elenco, partiendo de un texto capital en la historia del teatro moderno: “Seis personajes en busca de autor”, de Luigi Pirandello; pero consiguiendo una adaptación que cloque los conflictos en un lugar más asequible para públicos no estrictamente tocados por los problemas técnicos o metafísicos de la actuación.

La lucha entre personaje y actor, si se coloca en un territorio de disquisición técnica, puede llegar a agotarse en sí mismo, pero si se consigue que forme parte de la trama, que se expanda, que se convierta en un conflicto mucho más lleno de significaciones vitales y hasta sociales, logra lo que consigue esta obra: interesar, con un juego de dobles signos, de rupturas, de colocar el punto de vista en diversos planos, convirtiendo a los espectadores en sujetos activos del propio hecho; todos los presentes, van haciendo la función, y cada uno tiene su parte, incluso los entes del autor, los personajes que aparecen, discuten, aclaran o confunden y desaparecen.

Todo se debe al buen trabajo realizado en común entre todos los elementos imprescindibles, a la claridad, la sencillez como valor superior, el personaje, el actor, el conflicto, limpios, sin alharacas, con una iluminación subjetiva que induce, pero todo lo demás es teatro, sencillamente teatro, gloriosamente teatro, del más cercano, del eterno.