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CRÓNICA; Azkena Rock festival

Dylan, Kiss y Slash completaron el trío de grandes nombres del ARF

La tarde noche del pasado viernes fue para Slash, el ex guitarrista de Guns N' Roses, y para los monstruosos Kiss. La del sábado, para Bob Dylan. El viernes fue el día del rock duro y de la fantasía en el rock. El sábado, el de la crudeza de un Dylan expuesto y sexagenario. El Azkena Rock Festival es así, siempre mostrando sus mil caras posibles con tal de contentar a todos sus fieles.

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Izkander FERNÁNDEZ

Gasteiz amaneció con la climatología al cuello. Amenazante, la lluvia estuvo agazapada durante toda la jornada. Pero el Azkena Rock Festival es una maquinaria bien engrasada. La inercia de las ediciones, la fiabilidad de un público fiel y la profesionalidad de unos músicos que entienden en qué plaza se juegan los cuartos, hacen que el certamen rockero de Mendizabala ruede hacia adelante sin excesivos contratiempos.

En lo artístico, la jornada de ayer vino marcada por la presencia del eterno Bob Dylan, una de las figuras más importantes del planeta rock en toda su historia. Así, Mendizabala desprendía cierta inquietud e impaciencia ante la actuación del estadounidense. El compositor salió al escenario sobre las 21.00 horas. Lógicamente castigado por el paso del tiempo, el de Minnesota atacó su repertorio clásico con la perversa particularidad que rodea sus entregas en directo de un tiempo a esta parte. Y es que resulta complicado identificar los temas que toca. Pese a que sean clásicos que uno ha escuchado mil y una veces, resulta embarazoso, cuando no imposible, reconocer si lo que toca es «Blowing in the win», «All along the watchtower» o «Like a rolling stone».

«Rrainy day womenr 12:35», «Don´t think twice is alright», «Stuck inside the mobile with the menphis blues again» y «Just like a woman» fueron las primeras cuatro canciones con las que Bob Dylan arrancó su esperado recital. El compositor estadounidense salió a escena con traje negro y sombrero blanco, mientras que los miembros de su banda vestían atuendos gris perla. Dylan empezó con los teclados, pero pronto cogió la guitarra, y en el escenario se recortó la eterna silueta del genio de Minnesota. El público se puso a sus pies. Sonó eléctrico, contundente y vigoroso. La banda lo respaldó a las mil maravillas. Hubo casi más gente atenta a lo que acontecía en el escenario que con Kiss, pese a que no hubo pirotecnia.

La noche siguió triunfal. Dylan y su magia derrotaron a la lluvia y elevaron lo inimaginable los ánimos de Mendizabala. Bob tiene una nueva casa en la que su recuerdo será imborrable.

Viernes hard rockero

La del viernes fue la jornada dedicada al hard rock por excelencia. En todas las ediciones del festival gasteiztarra nunca se había dado el caso que dos estrellas de primerísima línea del rock duro actuasen en un corto espacio de tiempo. Slash, ex guitarrista de Guns N' Roses, la última gran banda del rock n' roll, y Kiss, fueron los protagonistas de una noche monotemática centrada en el riff, los punteos y los clásicos inmortales fáciles de corear.

Slash, con su chistera, sus rizos negros agolpados en el rostro y su Gibson Les Paul, presentaba en Euskal Herria las canciones de su primer disco en solitario tras Slash's Snakepit. No fueron estas las más celebradas, coradas y bailadas, no obstante. Slash es un coloso de la guitarra que vive y vivirá a la sombra de la banda que lo puso en circulación cuando los ochenta llegaban a su fin. Y como tal, Slash aprovechó su tirón para abordar clásicos de Guns N' Roses como «Sweet child O' Mine», «Rocket Queen», «Nightrain», «Paradise City» y «Civil War». Y ahí sí, ahí el público reaccionó con la pasión que merecen semejantes himnos de rock n' roll.

Sin embargo, Slash parecía empeñado en demostrar que tenía más carrera que la que firmó junto a Axl Rose, Izzy Stradlin y Duff McKagan en Guns N' Roses. Y cada vez que lo intentaba, el ritmo caía y el hastío asomaba por la puerta. Slash firmó una actuación vibrante por momentos cuando atacaba temas de GN'R, y soporífera cuando repasaba su último disco o temas de Velvet Revolver.

Tras Slash, Kiss. La banda más caliente del planeta, como les gusta llamarse. Kiss son una de las formaciones fundamentales a la hora de entender el rock n' roll como un espectáculo para el gran público, como un show del que puede disfrutar toda la familia. A día de hoy, lo siguen haciendo con éxito.

Una descomunal pantalla presidía un escenario en el que pasó de todo: la batería volaba, los músicos eran suspendidos por encima de la batería gracias a una plataforma, Paul Stanley sobrevolaba el público de Mendizabala en una tirolina para tocar «I Was Made for Loving you Baby» encima de la mesa de sonido, el escenario escupía fuego y la pirotecnia adornaba cada arranque y cada guitarrazo.

Con repertorio diferente al de Bilbo hace un par de años, en Gasteiz cayeron «Deuce», «Detroit Rock City», «Lick it up», «Firehouse», «Crazy Night», «Beth» y «Rock N' Roll All Nite» entre otras. Y la llama del rock n' roll, del exceso, de la fantasía y del gran espectáculo, sigue ardiendo en el corazón del rock n' roll gracias a Kiss.

CLÁSICOS INMORTALES

El viernes, Slash, ex guitarrista del mítico grupo Guns N' Roses, la última gran banda del rock n' roll, y Kiss, fueron los protagonistas de una noche monotemática centrada en el riff, los punteos y los clásicos inmortales fáciles de corear.

LA NOCHE DE BOB DYLAN

En lo artístico la jornada de ayer vino marcada por la presencia del eterno Bob Dylan, una de las figuras más importantes del planeta rock en toda su historia. El compositor estadounidense salió al escenario sobre las 21.00 horas.

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