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CRÓNICA Situación política en Alemania

La elección del presidente se convierte en quebradero de cabeza para Merkel

La elección el 30 de junio del sucesor de Horst Kohler en la presidencia alemana se ha convertido en un baldón para la canciller, angela Merkel. No es seguro que gane su candidato pese a contar con mayoría. La aritmética no funciona en un bipartito asomado al abismo.

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Ingo NIEBEL

El socio de la CDU-CSU en el Gobierno, el Partido Liberal (FDP) del ministro de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, cuestiona públicamente su apoyo a Christian Wulff. Y si eso fuera poco, los más importantes medios de la burguesía alemana, «Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ)» y «Die Welt» han atacado a Merkel por su forma de designar a Wulff y después se han inclinado por Joachim Gauck, el candidato del Partido Socialdemócrata (SPD) y de los Verdes.

El «FAZ» ha informado de cómo la canciller dejó plantada a su ministra de Trabajo, Ursula von der Leyen. Ya se había decidido por el ministro-presidente de Baja Sajonia, Wulff, cuando durante día y medio los medios presentaron a la popular política como la futura jefa de Estado. El diario sensacionalista «Bild», como el «Welt» propiedad de la casa Springer, la llegó a apodar «la madre de la nación», aludiendo al hecho de que Von der Leyen tiene siete hijos. Hay rumores de que la ministra podría convertirse en rival de Merkel.

Este puesto lo ocupaba hasta ahora Wulff, al que los medios afines a la CDU han dado la imagen del «yerno ejemplar». Que el cristiano-demócrata duda de su éxito en la elección lo prueba el hecho de que no quiere dejar la presidencia de Baja Sajonia antes de conocer el resultado de la votación. Tampoco quiere retirarse del Consejo de Vigilancia de Volkswagen antes de tiempo. Los juristas debaten si la postura de Wulff es constitucional ya que, según la Ley Fundamental, el presidente federal no puede recibir otros ingresos que los que le otorga el Estado.

Para ser elegido, necesita la mayoría absoluta en las primeras dos votaciones y la simple en la tercera. En teoría, el bipartito de Merkel cuenta con 20 votos por encima de la mayoría absoluta, pero los problemas con su propio partido y el FDP le hacen temer por el éxito en las primeras dos vueltas. Para evitar la gran catástrofe, la CDU y el FDP han ordenado que en el contingente que envían los parlamentos de los 16 estados federales a la Asamblea Federal vayan sólo políticos profesionales y no ciudadanos como hasta ahora, ya que Gauck lidera todas las encuestas. El selecto gremio se compone por los 622 diputados del Bundestag y el mismo número de votantes procedentes de los länder.

Alemania S.A.

Con Wulff ganaría la Deutschland AG (Alemania S.A.), es decir, el conjunto de las grandes empresas germanas, como VW, el Deutsche Bank, la Daimler... Varios representantes de estos poderes fácticos se han mostrado muy críticos con la forma en que Merkel y su gabinete están manejando la crisis. Wulff aboga por un nuevo nacionalismo, basado en una unidad nacional, que aún no existe 20 años después de la unificación de los dos estados alemanes.

Su principal competidor es el ex director del archivo del Ministerio de Seguridad del Estado, Joachim Gauck. El elocuente cura protestante de 70 años encarna la figura del «opositor» a la socialista República Democrática Alemana (RDA) y a su policía secreta, la Stasi. En la actualidad es miembro de la influyente asociación Atlantik-Brücke (Puente del Atlántico) que reúne a empresarios y políticos alemanes y estadounidenses. De ahí se explica también el apoyo de los diarios «Welt» y «Bild», portavoces «transatlánticos». Al mismo tiempo, Gauck representa al anticomunismo del siglo XXI. Argumenta su oposición a la RDA en que el servicio secreto soviético encarceló a su padre entre 1951 y 1955 bajo la acusación de propaganda y espionaje. Su progenitor había sido oficial e instructor de la Armada nazi. El veterano oficial del MfS Arthur Amthur contó, en una entrevista al diario «Junge Welt», cómo el servicio secreto concedió una serie de favores a Gauck para frenar sus constantes ataques contra la RDA. La operación falló. Entre 1990 y 2000 Gauck se convirtió en el látigo de la Stasi, siendo el dueño de su archivo.

Por eso sorprendió cuando el vicepresidente del grupo parlamentario de Die Linke, Dietmar Bartsch, recomendó a su partido, con larga tradición en la RDA, a votar a Gauck «en el caso de que Wulff no logre la mayoría absoluta en la primera votación». Dos días más tarde, la cúpula de su partido presentó a la periodista y diputada por el Bundestag Luc Jochimsen como su propia candidata. El ex presidente de Die Linke, Oskar Lafontaine, rechazó cualquier apoyo a Gauck «porque alabó los recortes sociales acordados por el SPD» en la etapa de gobiernos roji-verdes.

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