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ANÁLISIS Recorte presupuestario en el norte de Irlanda

Stormont se prepara para afrontar el tijeretazo de Londres

La coalición entre liberal-demócratas y conservadores prometió un recorte drástico del déficit presupuestario al tomar las riendas del número 10 de Downing Street. La autora identifica cómo afrontará este cambio la administración norirlandesa. Las tres administraciones autonómicas bajo control británico están en contacto permanente para planear una respuesta conjunta a los recortes.

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Soledad GALIANA Periodista

Desde que la coalición de gobierno formada por los liberal demócratas y los conservadores se ha hecho con las riendas del Ejecutivo británico, se han ido cumpliendo uno a uno los estereotipos de un nuevo gobierno: la declaración de que sus antecesores habían encubierto la terrible realidad de las finanzas públicas y el anuncio de un presupuesto que revoca las propuestas de reactivación económica del ejecutivo de Gordon Brown, porque donde el laborista decía inversión y endeudamiento para revitalizar y estabilizar la economía, el tory David Cameron, de la mano de su ministro de Finanzas, George Osborne, impone recortes y congelación salarial.

Claramente, los planteamientos de Londres tendrán un claro impacto en la economía y las finanzas del norte de Irlanda, que se verá obligada a realizar un ahorro de 150 millones de euros que se añadirán a los 420 millones que ya se habían planeado. La única decisión que Osborne ha dejado en manos de los gobiernos autonómicos de Belfast, Edimburgo y Cardiff -en cuyos presupuestos el Gobierno británico pretende ahorrarse 730 millones de euros- es la posibilidad de imponer las nuevas medidas económicas inmediatamente o retrasar su aplicación hasta enero de 2011 y decidir qué ministerios sufrirán los mayores recortes.

El ministro de Finanzas norirlandés, el unionista Sammy Wilson, está sopesando sus opciones al tiempo que las tres administraciones autonómicas bajo control británico están en contacto permanente para planear una respuesta conjunta a los recortes, con reuniones entre los líderes norirlandeses, el unionista Peter Robinson y el republicano Martín McGuinness, y sus homólogos en Escocia, Alex Salmond, y Gales, Carwyn Jones, en Belfast el día anterior al anuncio del presupuesto de Londres.

«Todas nuestras administraciones saben y entienden que nos enfrentamos a tiempos difíciles», afirmó el republicano McGuinness.

Desde el inicio de la crisis económica, los conservadores ya habían establecido que su solución era, una vez más y en la más típica tradición conservadora, el tijeretazo en los servicios públicos. De ahí que el contenido de estos presupuestos no haya sorprendido a nadie, pero lo es cierto que estos presupuestos impactarán con mayor fuerza en áreas geográficas específicas, y particularmente, en los habitantes del norte de Inglaterra y el norte de Irlanda.

Un claro ejemplo de cómo se había beneficiado la economía irlandesa de las medidas del gobierno de Brown es el recorte del IVA del pasado año, que ha reavivado la economía norirlandesa principalmente en los comercios establecidos en la zona que divide al norte de la república irlandesa.

Hasta hace muy poco, la fortaleza del euro frente a la libra esterlina, así como el atractivo de un IVA más bajo (15% hasta enero del 2010 y 17,5% desde entonces hasta ahora) que el 21,5% de la República sirvió para atraer compradores a los centros comerciales de Newry y Belfast. Los planes de Osborne de incrementar el IVA hasta un 20%, junto con la caída del euro, posiblemente acabarán revirtiendo la situación y serán los vecinos del norte quienes comiencen a viajar al sur para realizar sus compras.

Precisamente, el parlamentario del unionista DUP Nigel Dodds, criticó esta medida, al considerar que este incremento «golpeará aún más fuerte a la economía norirlandesa».

A ello hay que añadir el impacto que los recortes de Londres tendrán en las tasas de empleo en el norte de Irlanda, ya que la imposición de recortes en el Ministerio de Trabajo y en el de Comunidades y Gobierno Local (de 30 y 16 millones de euros, respectivamente) se traducirán en el despido de trabajadores que actualmente están empleados en el sector público, que en el norte de Irlanda -que hasta el momento cuenta con la menor tasa de desempleo de Gran Bretaña- representan un 31% del total de la fuerza laboral.

Tampoco hay que olvidar el impacto directo que el recorte de las ayudas estatales a los más desfavorecidos representará para los irlandeses. La reducción de las ayudas familiares, los descuentos fiscales por el número de hijos disminuirá los ingresos de muchas familias en el norte de Irlanda, que en estos momentos están viviendo un incremento de las tasas de natalidad, y sus efectos se harán sentir particularmente en los casos de ese 20-25% de familias monoparentales, porque éstas son las más susceptibles de caer en los ciclos de pobreza y marginalidad y que sufrirán de primera mano las decisiones económicas que se explican en el contexto de la retórica conservadora en defensa de los «valores tradicionales» de la familia.

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