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Martin Garitano Periodista

José Luis, libre

Asistí como espectador adolescente, allí por la primavera de 1978, a la presentación en Bergara de la primera Junta de Apoyo de Herri Batasuna. Se abría un nuevo tiempo en la política vasca y allí, sobre el estrado del viejo salón del Seminario, se presentaban, entre otros, los tres personajes de la vida política que más he admirado: Telesforo Monzón, Jon Idigoras y José Luis Elkoro.

Hoy, treinta y dos años después, a los tres los echamos en falta en el día a día. A Telesforo y a Jon porque la muerte los convirtió en brillantes estrellas del firmamento sobre tierra vasca y a José Luis porque individuos inhumanizados lo mantienen preso en España.

Telesforo, Jon y José Luis. Tan unidos y tan diferentes.

Telesforo fue aristócrata de la política. Todo elegancia, fina ironía, majestuosidad en el discurso y contundencia en el fondo.

Jon, un líder. Bienhumorado, convencido y convincente, energía y pasión. Un obrero en la política. Una humanidad que desbordaba a quien se le presentara también como adversario.

Y José Luis, la rectitud misma. La entrega personal a la tarea colectiva en pro de la emancipación del pueblo vasco le ha costado cara, pero nadie podrá decir que ha flaqueado. Ha sufrido marginación, acoso, detenciones y cárcel. Trataron de matarlo junto a Jon y otros compañeros en el hotel Alcalá, allí donde los mercenarios al servicio de quienes todos sabemos nos arrebataron a Josu. También a Josu le echamos en falta en estos días en los que se incuba un cambio que pudiera ser radical en el devenir histórico de nuestro pueblo.

No tenemos a Telesforo ni a Jon. Tampoco a Josu, Santi, José Migel y tantos otros que quedaron en el camino, en la tierra que tanto amaron y por la que todo lo dieron. Pero tenemos a José Luis. Personajes que no alcanzan la talla para untar de betún sus zapatos lo mantienen como rehén junto a más de setecientos compatriotas. En condiciones de manifiesta inhumanidad que todos debiéramos denunciar ante quien estemos.

Vienen nuevos tiempos y los independentistas tenemos una tarea ingente que, además, no será fácil. Pero el futuro sólo es de quien está dispuesto a trabajar con denuedo y convicción en la justeza de los objetivos.

Necesitaremos muchos brazos para que el sueño de Telesforo y de Jon, una patria libre hecha por hombres y mujeres libres, sea una realidad más pronto que tarde. Necesitaremos, entre otros, a José Luis. Y él lo merece.

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