Poco a poco las cosas van tomando forma en la política vasca y algunos siguen empeñados en ponerle puertas al campo y que nada llegue a materializarse. Javier Rupérez, que ahora es embajador, es uno de ellos. Ya verán qué mosqueado está el tío.

Publicaba un artículo en «Abc» que empezaba fuerte: «sólo los lelos o los interesados se atreverán a interpretar el anuncio de la creación de la plataforma conjunta EA-Batasuna como un paso efectivo hacia la desaparición del terrorismo nacionalista vasco». Y es que Rupérez es de los pocos convencidos -o que lo fingen- de que «la firmeza policial desplegada contra los terroristas desde hace dos años, en lógica continuidad con la practicada por los gobiernos del PP, los está enviando sistemáticamente a la cárcel, y parece, siempre parece, que la capacidad de regeneración de los criminales es cada vez más limitada y agónica». ¿Cuántas veces nos han venido con esa copla? Yo creo que lo vengo oyendo desde que era una niña.

Según Rupérez, la jugada de EA y la izquierda abertzale viene a ser como la transfiguración del agua en vino: «La operación consiste en transformar en victoria una sonada derrota mediante el artilugio del precio político que una ciudadanía agotada estaría dispuesta a pagar a los extorsionistas en los resbaladizos terrenos del `derecho a decidir', la autodeterminación con el objetivo de la independencia». Lo de la autodeterminación y la independencia es cierto. ¿Y qué?

Lo que sucede es que, al final, Rupérez se desnuda: «La reclamación del derecho de secesión del País Vasco es un proyecto contrario a la democracia, porque su realización efectiva atentaría a la pluralidad intrínseca de la sociedad afectada». ¡Muy bueno! ¿ Y la reclamación de la pertenencia a la España una, grande y libre? ¿Eso no es antidemocrático ni afecta a la pluralidad intrínseca de la sociedad?

Y ya lanzado, Rupérez lo deja todo muy clarito: «Conviene proceder a su clausura (de ETA) sin contemplaciones ni escapatorias políticas o sentimentales. Que cada cual haga frente a las responsabilidades penales o civiles contraídas. Que haya vencedores y vencidos». No hay forma de que cambien...