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Txemi Gorostiza Abogado

Hace veinte años, en la Foz de Lumbier...

Las familias pidieron respuestas, y las esperan todavía hoy. Quizás tarden en llegar como en el caso de Derry, en Irlanda. Pero, sin duda, llegarán. Como con Mikel Zabalza, Lasa y Zabala, «Naparra», «Basajaun» o, recientemente, Jon Anza

Irunberrin, Errotxapea-Iruñean, Oñatin, Andoainen eta Euskal Herri osoan lagunak eta gertaerak berriz ere gogoratzen ditugu. Y seguimos con la esperanza de conocer qué pasó a orillas del río Irati, quién quitó la vida a Susana Arregi y Jon Lizarralde, y quién dejó herido de muerte a Germán Rubenach.

El fiscal de la Audiencia Nacional siguió el guión escrito desde el Ministerio del Interior por José Luis Corcuera, ratificado después por el director general de la Guardia Civil Luis Roldán (años duros los del GAL, guerra sucia y fondos reservados) tras manifestar en el Congreso de los Diputados de Madrid que se trataba de un suicidio colectivo y que no acudía a demostrar la inocencia de la Guardia Civil, ya que ésta la suponía, y quien dudara de la misma se descalificaba a sí mismo.

Acusó a Germán de ser el autor de los dos disparos recibidos por Susana en el lado izquierdo de su cabeza y de haberse disparado a continuación él mismo. Pidió que se le condenara a 12 años y un día de reclusión menor por tales hechos y lo llevó a juicio. Pero... la Sección Tercera de lo Penal de la Audiencia Nacional acordó absolver a Germán de los delitos por los que le acusaba el fiscal, de cuyo relato «solamente se desprenden y vislumbran indicios, sospechas y presunciones, nunca pruebas directas (...) llegando el Tribunal a esta conclusión absolutoria (...) ante la falta de solidez, concordancia y seguridad del material probatorio (...) que aportó la acusación».

Y, entonces, ¿quién disparó dos tiros contra Susana, ambos en el lado izquierdo de su cabeza, uno junto al cuero cabelludo a muy corta distancia, escasos milímetros, y el otro en el pabellón auditivo izquierdo, a menos de treinta centímetros, según determinaron los forenses? ¿Y quién pretendió quitar la vida a Germán con un disparo que le atravesó la base de la mandíbula, la boca, dañó un ojo y salió por la frente? Sorprendentemente, el guardia que le encontró declaraba días después en primera página de prensa que «este tío no intentó suicidarse, él quería vivir, pero le habían pegado un tiro». Estas manifestaciones le ocasionaron una sanción disciplinaria grave impuesta por la Dirección General del instituto armado, lo que nos permite pensar sobre su trascendencia.

Y a Jon, ¿quién le quitó la vida a Jon? Al Ministerio Fiscal, al igual que en los otros dos casos, tampoco le pareció necesario continuar la investigación. A pesar de que los estudios e informes forenses del Instituto Nacional de Toxicología, tras el análisis comparativo de las muestras remitidas por el Juzgado, con restos de pulmón, costilla, sangre y contenido del estómago, además de agua recogida del río Irati, permitieran concluir que «los resultados obtenidos son compatibles con una muerte por sumersión, por comprobarse la existencia de diatomeas (o algas silíceas) en órganos de gran circulación: sangre de cayado de aorta (...) y costilla». Luego, trataron de rectificar matizando segía «posible que se haya producido una aspiración vital en fase agónica, después de recibir el disparo». Pero, ¿y quién le disparó?

Lo cierto es que Susana, Jon y Germán se hallaban en bañador junto al río Irati, cerca del túnel de acceso por Liédena, cuando se produjo el primer enfrentamiento con la Guardia Civil, resultando herido en la rodilla Germán, muerto un guardia y herido otro. Estos hechos se investigaron, se pudieron declarar probados en sentencia y condenaron a Germán por su participación. Algo que no ha ocurrido con lo que pudo suceder a continuación, antes del hallazgo de los cuerpos en el otro extremo de la Foz, junto al río y cerca del túnel de acceso por Lumbier.

Corcuera, Roldán y el fiscal acusaron, pero no probaron nada. La Audiencia Nacional absolvió a Germán pero no continuó la investigación. Por su parte, la madre de Jon, Dominica, desgraciadamente fallecida el pasado año, la tía de Susana, Mila, y el hermano de Germán, Jon, junto con el resto de familiares y amigos denunciaron públicamente los hechos, tales comportamientos y rechazaron la versión oficial. Tampoco el obispo Setién, el lehendakari Ardanza y tantos otros, se la creyeron. Y pidieron respuestas oficiales a tantas dudas planteadas: primer enfrentamiento, turistas holandeses, cerco policial inmediato con personal, vehículos, motos, buzos, perros y helicóptero, tiros y ráfagas vespertinas, hallazgo de los cuerpos, impactos recibidos por los miembros del comando, informes forenses de asfixia por sumersión en aguas del río Irati, información obtenida, detenciones posteriores.

Lo cierto, una vez más, es que días después la Guardia Civil llevó a cabo varias detenciones, identificación de colaboradores huidos, localización de pisos, material explosivo, armas y zulos utilizados por el Comando Nafarroa y sus colaboradores, incluido el lugar utilizado en el secuestro del Sr. Villoslada. A Jon Lizarralde le conocían bien y le seguían los pasos desde el año 1979 imputándole su participación en diversas acciones realizadas en territorio navarro. Eran viejos conocidos y objetivo prioritario.

Por eso, las familias pidieron respuestas, y las esperan todavía hoy. Quizás tarden en llegar como en el caso de Derry, en Irlanda. Pero, sin duda, llegarán. Como con Mikel Zabalza, Lasa y Zabala, Naparra, Basajaun o, recientemente, Jon Anza.

Hemos escuchado a Bob Dylan decir que la respuesta está en el viento. Ayer, en Gasteiz también, el 25 de junio de 1937 la Guardia Civil fusilaba a Esteban Urkiaga, Lauaxeta. Y de sus versos encontramos reflejos en las aguas del río Irati: «gazteak, lerdenak, mendigoixaleak, dana emon biar yako matte dan azkatasunari».

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