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Raimundo Fitero

Parió la burra

Esta vez no han podido hacer muchos apaños contando y descontando huelguistas porque el ambiente de pueblos y ciudades vascas era a la vista de todos de huelga mayoritariamente seguida. Pese a la presencia policial poco amigable, la peña blandía las banderas al viento, cantaba los cánticos de repertorio, y se preparaba para seguir peleando, porque esto no ha hecho nada más que empezar. Mientras tanto el director general de EITB daba su particular lección de cinismo en el Parlamento vasco, que como siempre, de espaldas a la realidad de la calle, siguió con sus labores en vez de sumarse a la huelga más que justa. Ni Alberto Surio pudo mentir excesivamente contando porcentajes, y eso que se empeñó.

Ya hay sentencia del Tribunal Constitucional español sobre el Estatut de Catalunya. Por fin parió la burra, y le ha salido algo muy extraño, no sabemos si es un unicornio, o una mula con tricornio, pero el mensaje es claro, nítido, obvio: todo lo que os dicen los politicastros por la tele, la radio o sus hojas parroquiales es mentira, pura mentira. Podéis pactar lo que os dé la gana, decir lo que os plazca en pliegos de papel timbrado, votarlo en el Parlament, pasarlo por las Cortes de Madrid para que lo rebajen, elevarlo a refrendo popular, lo que os dé la gana, como si lo queréis publicar en YouTube, que después vendremos una cuadrilla de iluminados y cortaremos lo que nos pase por la toga. La democracia a la española no es que sea formal, es que está tutelada por una docena de hombres y mujeres que tienen línea directa con los núcleos duros de los partidos y deciden lo que les place en contra de la decisión del pueblo soberano, de sus votaciones, de todo el recorrido absolutamente legalista.

Lo bueno es cómo interpretan el parto unos y otros. De alucinar. Unos de manera seria e institucional convocan a la ciudadanía catalana a manifestarse en la calle para protestar porque han metido la mano donde no debían. Otros lo celebran como un triunfo y los otros también. Como siempre, pierde la democracia, y está claro que el desafecto de un amplia mayoría catalana hacia España crecerá, incluso en el fútbol.

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