Al-Qaeda del Magreb, «legionarios» expertos en sobrevivir en el desierto
Se mueven constantemente por el desierto en pequeños grupos autónomos sobre potentes 4x4. Los yihadistas de Al-Qaeda del Magreb (AQMI) se han convertido, con los años, en expertos en la supervivencia en el Sáhara. Bien armados y pertrechados, con excelentes relaciones con las tribus y los contrabandistas locales, se han convertido en una aguja en el inmenso y reseco pajar del Sahel.
Michel MOUTOT (AFP) |
Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) no cuenta con más de 300 combatientes, pero sobrevive mimetizada en el desierto.
Instalados a finales de los noventa en el Gran Sur por decisión de los jefes del maquis islamista argelino para asegurar el avituallamiento de armas y financiar la lucha, los combatientes han logrado una práctica autonomía de funcionamiento.
La mayoría son argelinos -no en vano el AQMI nació en 2007 del alineamiento en Al-Qaeda del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate-, pero hay reclutas de toda la región.
Cada grupo -el Sahel cuenta con cuatro, llamados katibas- está organizado en torno a un jefe, emir, designado por el líder supremo del AQMI, Abdelmalek Drukdal, que combate al Ejército en las montañas de la Cabilia. «En cada uno hay un mufti o guía espiritual, un médico, un encargado de las comunicaciones que filma los ataques y un encargado de logística», asegura Luis Caprioli, antiguo subdirector «antiterrorista» de la DST.
Esta guerrilla actúa en columnas de tres, cuatro o hasta seis 4x4. «Se separan o se agrupan en función de las misiones y se mueven sin cesar», añade.
Perfectamente pertrechados
Un vídeo filmado en 2007 en el norte de Mali, muestra sus Toyota Land Cruiser, capaces de dejar atrás a cualquier patrulla militar con sus vehículos diesel.
En la parte trasera, un cargamento de ruedas de respuesto, bidones de 500 litros con carburante, agua, sacos de dormir, alimentos... Y sobre él, entre cuatro o seis hombres armados con kalachnikovs o lanzagranadas. «Están mejor equipados y armados que los soldados», asegura el periodista mauritano Isselmu Uld Mustafah. «Sus conductores son hombres del desierto con experiencia. Y disponen de GPS y gafas de visión nocturna», afirma.
«Durante el día, se ocultan en grutas o bajo lonas o árboles. Puedes mandar todos los aviones espía o satélites. No verás nada...», agrega. Tienen sus propias reservas o se las compran a los nómadas o a las redes que suministan a los traficantes del desierto o a las mafias que trasladan a los inmigrantes.
Mohamed Fall uld Umere, director de la revista «Tribune», lo explica: «Hay gente que vive de eso. Esconden suministros en el desierto, en falsas tumbas o bajo supuestos vestigios arqueológicos. Luego venden las coordenadas GPS. A quien pague...».
Y el AQMI tiene millones de euros procedentes de los rescates de occidentales. Y eso que no los secuestran directamente. De ello se encargan grupos locales que los entregan a los yihadistas a cambio de parte del rescate. En este trueque, los islamistas cumplen también con su parte protagonizando periódicamente raids contra aduaneros.
Pero la relación no acaba ahí. Los emires del AQMI, como Mokhtar Belmoktar -en busca y captura desde hace 15 años-, se han integrado perfectamente en el tejido social: ayudan a las tribus pobres, financian pozos de agua, compran ganado, distribuyen medicamentos...
«En el desierto todo se sabe», explica un responsable estadounidense. «En cuanto una patrulla sale de su base ya lo saben».
Especialista del Sahel, el francés Pierre Boillet lleva dos años sin ir allá. «Mis amigos tuaregs, potentes jefes tribales, me advierten de que no me podrían proteger y de que para los jóvenes, incontrolables, soy un lingote de oro con patas».
El explorador francés Régis Belleville, que se ha llegado a cruzar con ellos en sus 10 años de viaje en solitario por la región, lo resume: «Su mérito y garantía de supervivencia es que han comprendido el desierto. Han forjado lazos familiares y de amistad con las tribus. Belmoktar es, para muchos jóvenes, un Robin del Desierto».
Once miembros de las fuerzas de seguridad argelinas murieron y varios más resultaron heridos en una emboscada tendida el miércoles por un grupo de combatientes de Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), que reivindicó la acción, en Tinzaouatine (Tamanrasset), fronteriza con Mali. Según la prensa argelina, los autores del atentado huyeron posteriormente a este país. En el enfrentamiento participaron militares y gendarmes, pero todos los fallecidos eran agentes de la Guardia Fronteriza.
Ninguna información oficial fue publicada en Argel en relación a esta acción, la primera de esta envergadura realizada por un grupo del movimiento yihadista contra las fuerzas armadas argelinas en casi un año.
El diario argelino «Tout sur l'Algerie» indicó que la emboscada, una de las que más muertos ha causado en los últimos meses, se produjo un día después de que las fuerzas de seguridad mataran a un importante líder de AQMI en una operación llevada a cabo cerca de la frontera con Mauritaria, por lo que podría tratarse de una venganza.
Los medios de comunicación argelinos atribuyeron la emboscada al katiba de Abu Zeïd, uno de los líderes de AQMI de la región en la que el grupo que dirige Mokhtar Belmoktar, otro de los emir de la red yihadista, está también activo.
Tras la acción, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Ahmed Gaïd Salah, aseguró que el Ejército está «firmemente decidido» a erradicar el «fenómeno terrorista, ajeno a los preceptos y a la tolerancia que caracterizan a la religión musulmana». GARA
Con el dinero que les reportan los secuestros, pueden hacer surgir pozos en medio del desierto. Y los pobladores locales, agradecidos, les protegen.