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La liberación de gilad shalit vuelve al primer plano de la política israelí

Coincidiendo con el cuarto aniversario de su captura por Hamas, los familiares del soldado israelí han organizado una marcha que culmina hoy por Israel para pedir al primer ministro, Benjamin Netanyahu, que acepte un intercambio de presos palestinos a cambio de su libertad. Decenas de miles de personas han participado en esta movilización.
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Martxelo DÍAZ

Más de 15.000 personas se reunieron el lunes en la plaza Isaac Rabin de Tel Aviv, a convocatoria de los padres de Gilad Shalit, Noam y Aviva. Minutos antes, la marcha llegó a las puertas de la vivienda del primer ministro, en el barrio residencial de Torres Akirov.

La marcha partió el 28 de junio del domicilio de los Shalit, en Mitzpe Hila (Galilea) y ha recorrido varias zonas del Estado de Israel. Una de las más simbólicas fue el paso de Kerem Shalom, a la entrada de Gaza, donde Gilad Shalit fue capturado por milicianos de Hamas. Decenas de miles de israelíes han tomado parte en esta iniciativa. Un concierto dirigido por Zubin Mehta junto a la frontera con Gaza también reunió a miles de ciudadanos israelíes.

«Hemos puesto nuestra fe en vosotros. Sabéis mejor que nadie que lo que importa no son las negociaciones, ni las explicaciones, ni las conferencias de prensa, sino el resultado final. Los cientos de miles de ciudadanos que nos respaldan no pueden estar equivocados», dijo Noam Shalit en Tel Aviv, según recogió «The Jerusalem Post».

El propio Netanyahu se ha declarado dispuesto a intercambiar a Gilad Shalit por un millar de presos palestinos en cárceles israelíes. «El Estado de Israel está determinado a pagar un precio elevado por la liberación de Gilad Shalit, pero no podemos decir que no nos importa el precio», señaló durante una intervención televisada el pasado jueves.

En este sentido, el primer ministro indicó que la liberación de mil presos palestinos es «una decisión complicada», destacando que muchos de ellos habían participado en acciones armadas mortales contra Israel.

En cualquier caso, se han registrado negociaciones entre Israel y Hamas a través de Egipto y un mediador alemán. Según informaciones de la agencia France Presse, entre los presos que Hamas ha reclamado se encuentran líderes de la segunda Intifada, como Marwan Barghouti, uno de los dirigentes de la corriente crítica de Al-Fatah que de alcanzar la libertad podría cuestionar la política de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas. El secretario general del izquierdista FPLP, Ahmad Sa'adat, que también mantiene una postura muy crítica con los Acuerdos de Oslo que crearon la Autoridad Palestina también se encuentra en las diferentes listas de presos palestinos que deberán ser liberados a cambio de Shalit que han circulado en los últimos meses.

Un portavoz de Hamas indicó a France Presse que el movimiento que gobierna Gaza «no ha recibido ninguna nueva oferta sobre un intercambio de prisioneros» y culpó a Netanyahu del fracaso. «Ha intentado justificar su negativa a suscribir el acuerdo negociado por el mediador alemán», declaró Fawzi Barhum, para quien «el Gobierno de ocupación tiene la responsabilidad de haber hecho fracasar los esfuerzos alemanes».

Pese a no ser la primera vez que se produce -en 2008 Israel liberó a presos palestinos y libaneses a cambio de los restos mortales de dos soldados israelíes que se encontraban en manos de Hizbulah-, la cuestión del intercambio de presos por Shalit ha abierto la polémica en la sociedad israelí.

Existen sectores que defienden este paso, situados a grandes rasgos en la izquierda. El editorial publicado el lunes por el diario «Haaretz» criticaba duramente a Netanyahu por haber retrasado el intercambio de presos por Shalit y destacaba que el argumento del primer ministro de que esta medida podría suponer un ataque a la seguridad de Israel no se sostiene, «ya que equipara la amenaza de unas decenas de terroristas con la que pueden suponer Hizbulah o Irán».

Otros sectores, situados más a la derecha, en cambio, rechazan categóricamente la posibilidad de un acuerdo negociado para intercambiar prisioneros y apuestan sin tapujos por una operación militar para liberar a Shalit, a pesar de que más de una vez ha quedado probado que Hamas controla casi al milímetro el territorio de Gaza y que una operación israelí sobre el terreno no puede saldarse con éxito. Una cosa es bombardear a civiles desde el aire y otra realizar una operación de comandos en un territorio extremadamente hostil.

El columnista del diario «Yediot Aharanoth» Eitan Haber es uno de los defensores de esta posibilidad y el lunes rechazaba la opción del intercambio que defienden los decenas de miles de marchistas convocados por la familia Shalit y rescataba del recuerdo la operación Entebbe de julio de 1976, en la que el Ejército israelí rescató a los rehenes de un avión secuestrado por militantes del FPLP y de las Células Revolucionarias alemana y desviado a Uganda.

Esta mención puede ser especialmente dolorosa para Benjamin Netanyahu, puesto que su hermano mayor, Yonatan, murió en este operativo cuando dirigía al comando de las fuerzas especiales Sayeret Matkal del Ejército israelí. Yonatan Netanyahu fue la única baja militar israelí de la Operación Entebbe, que se saldó también con el fallecimiento de tres rehenes, seis militantes palestinos, siete alemanes y 45 soldados ugandeses.

El comando del FPLP y las Células Revolucionarias secuestraron un avión de Air France que hacía la ruta entre Atenas y París con 244 pasajeros y doce tripulantes. Tras una parada en Benghasi (Libia), el aparato fue desviado al aeropuerto de Entebbe, en la Uganda de Idi Amin. Los secuestrados reclamaban la liberación de 40 presos palestinos encarcelados en Israel y otros trece en Kenia, Estado francés, Suiza y Alemania. Israel se negó a negociar y preparó una operación de rescate a más de 4.000 kilómetros. Fue considerada un éxito ya que la mayoría de los rehenes fueron liberados. El problema es que Gaza no es Uganda.

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