Finalmente el Departamento de Justicia de EEUU ha interpuesto un recurso contra la ley local de inmigración de Arizona con el objetivo de parar la inminente entrada en vigor de la misma. Esa ley otorga amplios poderes a la Policía para investigar el estado legal de los migrantes en base a «sospechas», les permite detenerlos sin haber cometido delito alguno y ataca también a quienes den algún tipo de apoyo a esas personas. Según diferentes estudios, 10 millones de migrantes «sin papeles» habitan en suelo norteamericano. Los argumentos esgrimidos en el recurso del Ejecutivo de Obama son más de orden formal que de fondo político, al plantear que la mencionada ley invade competencias que son exclusivas del Gobierno federal -en relación a las políticas de migración- y que afectará a cuestiones de política exterior -sobre todo a la relación preferencial que mantienen con México-, en vez de plantear abiertamente que se trata de una ley de inspiración racista, que atenta gravemente contra libertades básicas y que puede abrir la puerta a la persecución por razones étnicas. En todo caso, no cabe obviar que la judicialización de la política es un fenómeno cada vez más extendido y que, en ese terreno, a menudo las cuestiones procedimentales tienen un peso relevante.

Otra arista de este debate es la cuestión de los valores, en la que los principales argumentos de Obama tienen que ver con la aportación de los inmigrantes en la construcción del país y en el sostenimiento de los niveles de bienestar. Argumentos instrumentales que amortiguan las acusaciones de extremismo contra Obama y que pueden generar simpatías en otros grupos étnicos que llegaron a EEUU en procesos migratorios anteriores al actual. Por último, dentro de la batalla política, éste es un tema delicado tanto para demócratas como para republicanos, puesto que los excesos retóricos pueden tener efectos perversos que inclinen la balanza hacia el lado opuesto. No obstante, este debate puede servir a Obama para retomar su perfil más liberal y a la izquierda norteamericana para recuperar fuerza y ejercer presión social sobre el Gobierno.