Más de veinte años después de su derrocamiento por parte de tropas de EEUU, el ex presidente de Panamá Manuel Antonio Noriega fue condenado ayer a siete años de prisión por lavar en el Estado francés dinero procedente del tráfico de drogas vinculado al cártel colombiano de Medellín.

Extraditado el 26 de abril desde EEUU tras pasar 20 años en una cárcel de Miami por tráfico de drogas, Noriega, de 76 años, fue acusado del blanqueo de unos 2,3 millones de euros entre diciembre de 1988 y su derrocamiento en diciembre en 1989 tras la invasión estadounidense ordenada por George Bush.

El Tribunal Correccional de París consideró existen «pruebas suficientes para establecer» que los fondos canalizados a las cuentas de Noriega en el Estado francés «provenían del tráfico de drogas vinculado al cártel de Medellín». El ex presidente habría obtenido esa cantidad en compensación por su ayuda al citado cártel para transportar cocaína desde Colombia a EEUU.

Los jueces decidieron lo aplicar la pena máxima de diez años solicitada por la Fiscalía y a la que había sido condenado en ausencia en 1999 por estos mismos hechos. Sí mantuvieron la confiscación de los 2,3 millones de euros objeto del blanqueo, además de imponer una indemnización de un millón de euros para Panamá, que le había reclamaba 25 millones.

El ex general tiene cuatro condenas pendientes de cumplimiento en Panamá, que ya ha pedido su extradición a París por una de ellas, aunque las autoridades francesas no se la han notificado aún a Noriega. Su abogado Olivier Metzner señaló que ese hecho muestra el carácter «político» de la resolución, con la que «se intenta que el general Noriega vuelva lo más tarde posible a Panamá (...) para que se calle», y evocó un «ajuste de cuentas». Aseguró que su cliente, de quien dijo se encuentra «deprimido y sorprendido por una sentencia difícil de entender», querría «ir a Panamá mañana mismo».

Noriega fue un gran aliado de EEUU durante la Guerra Fría, peor cayó en desgracia en Washington por su relación con el tráfico de drogas.

El pasado miércoles, el ex general dijo que «soy un soldado y un político, no un banquero», y añadió que los millonarios depósitos que realizó en el Estado español provinieron de pagos que le hizo la CIA, que le reclutó como agente doble en la década de los años 70.