La escritora y cineasta china de 37 años Xiaolu Guo era más conocida en Gran Bretaña, hasta que el Laboratorio de Guión del Festival de Sundance, junto con el Film Four británico, le produjeron «She, a Chinese», largometraje de ficción con el que se ha lanzado internacionalmente tras recibir en el Festival de Locarno el Leopardo de Oro.

Protagonizada por la jovencísima Lu Huang, narra las vivencias de una chica campesina china que se rebela contra su cerrado entorno y decide salir al exterior, viajando finalmente a Londres. La peripecia no le será nada sencilla, y habrá de dar una serie de pasos en el afán por encontrar su sitio en el mundo. La película no tiene un final, ya que la realizadora no desea dar la impresión equivocada de que la chica ha econtrado un objetivo o destino concreto. Prefiere describir un viaje interior a la deriva.

La protagonista no sabe exactamente lo que quiere, aunque funciona por impulsos vitales que la empujan a huir del lugar donde ha nacido y se ha criado. Dicha actitud, está remarcada a lo largo del metraje por una banda sonora llena de agresivo punk-rock. El suceso que empuja a la joven Li Mei a marcharse del campo a la ciudad es una violación. No le gustaba la idea de pasarse la vida ayudando a su madre en las tareas domésticas, menos aún la de aceptar la proposición de matrimonio por parte de un respetable hombre de negocios local, pero el ser violada actúa como desencadenante para dar el paso definitivo. El éxodo urbano le sirve para materializar sus gustos e inclinaciones, ya que le atraen las motos de gran cilindrada y los chicos que las conducen. La prostitución surge como el medio más socorrido para subsistir, aparte de que le permite disponer de todo el tiempo libre que desea. La posterior inmigración a Londres termina por simbolizar el recorrido occidentalista de su propio país, una China cada vez más alejada de su pasado agrario y comunista.