David Serrano quiere explotar la idea que ya manejó como guionista en «El otro lado de la cama» y «Los dos lados de la cama». Consistió en traducir al castellano lo que Woody Allen había ensayado en «Todos dicen I Love You», una comedia romántica en la que los actores y actrices en un momento dado se ponen a cantar y bailar de forma natural y espontánea, sin necesidad de hacerlo tan bien como lo harían cantantes o bailarines profesionales.

El problema es que a David Serrano, en el fondo, no le debe gustar mucho el musical, porque quiere ridiculizar el género provocando la molesta sensación de que los números coreografiados están de más en la película. Los intérpretes del enredo amoroso son interrumpidos por los repentinos bailes y canciones, debiendo esperar a que éstos acaben para continuar con sus diálogos, con el consiguiento enfado. Las canciones escogidas tampoco animan mucho la función, tirando del trasnochado «Estando contigo» que Augusto Algueró compuso para Marisol.