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ANALISIS | Tras el debate de política general en Madrid

La hora del PNV

La tremenda soledad en la que está José Luis Rodríguez Zapatero representa para el PNV una excelente oportunidad para hacer valer el peso de sus seis diputados en el Congreso. Pero tan buena es la situación del PNV, tanta la necesidad del PSOE, que lo que consigan los jeltzales será juzgado en la misma proporción.

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Iñaki IRIONDO

Se lo había sugerido durante su primera intervención y se lo concretó más al final de la segunda réplica. El presidente del Gobierno español le ofreció al portavoz del PNV conformar una «mayoría estable». La propuesta no debía haber sorprendido a Josu Erkoreka. En los días previos ya se había filtrado a la prensa que el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, tiene sobre la mesa la oferta de José Luis Rodríguez Zapatero, transmitida en conversaciones privadas. Sin embargo, el portavoz del PNV en el Congreso orilló la cuestión. Tal vez porque su partido no tenga todavía una contraoferta cerrada y definida. O tal vez porque un debate con luz y taquígrafos no es el lugar adecuado para hablar de estas cosas.

El presidente del Ejecutivo español y su partido están solos, muy solos. Con el PP no pudieron contar nunca. Cualquier relación con la izquierda, además de ser numéricamente insuficiente, acaban de echarla por la borda con la reforma laboral y otras medidas antisociales. Quedaba CiU como última tabla de salvación, un flotador muy utilizado por todos los inquilinos de La Moncloa en apuros, pero la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut y la inminencia de las elecciones catalanas hacen imposible cualquier acuerdo. Pero fue Erkoreka quien destacó que, pese a todas las dificultades padecidas hasta la fecha, Zapatero y el PSOE han sabido apañárselas con su «geometría variable» para ir aprobando leyes. Sin embargo, de momento, a esa varita mágica parecen habérsele acabado las pilas. Así que ya sólo queda un cartucho que quemar: el PNV.

Los más altos dirigentes jeltzales han dado muestras de conocer mejor que nadie la importancia que sus seis diputados han alcanzado para Rodríguez Zapatero. El próximo debate presupuestario es, como ha dicho Josu Erkoreka, el debate sobre la continuidad del propio presidente del Gobierno.

Por lo que se sabe, el PNV ya ha tomado una primera decisión: la de jugar la baza de ser el socorrista que saque a Zapatero del agua cuando está a punto de ahogarse. Es decir, va a entrar a negociar. Podía haber adoptado otra posición, la de hacer pagar al PSOE que le echara del Gobierno de Lakua a pesar de haber ganado las elecciones. Las dos opciones son comprensibles. Pero ojo, tan buena es la oportunidad que tiene ante sí el PNV que su resultado será juzgado en la misma proporción.

El precio. Una vez decidido entrar a negociar, el segundo punto es el de fijar el precio de esos seis votos de oro, sabiendo siempre que todo habrá de someterse luego al inevitable regateo. Iñigo Urkullu habló hace unas semanas de la «profundización y avance en el autogobierno». El miércoles en el debate, Josu Erkoreka hizo mención a su disposición «a participar en acuerdos políticos siempre que estos entrañen autogobierno pleno, presencia en Europa, respeto a las mayorías sociales y políticas».

Son términos muy genéricos que habrá que ver en qué se traducen después en la mesa de negociaciones, cuando haya que poner negro sobre blanco tanto las exigencias presupuestarias contabilizadas en euros como esas políticas expresadas en una redacción más definida.

De momento, a lo que Josu Erkoreka se refirió concretamente en su discurso del Congreso fue al listado de competencias que quedan por transferir para completar el Estatuto de Gernika, admitiendo además que es un Estatuto que «no tiene perspectivas de modificación». Y, concretando aún más, lo cierto es que de momento la única transferencia que parece estar con ciertas posibilidades de alcanzarse es la de política activas de empleo, una materia en la que el PNV tiene profundas diferencias de interpretación con el actual Gobierno de Lakua.

No hay que olvidar, por otra parte, que en el mismo debate en el que el PNV hablaba de competencias, había otros grupos nacionalistas que se colocaban en otra órbita muy distinta, mencionando el derecho a decidir e incluso el emprender el camino a la independencia. Aunque, claro está, en unas recien- tes declaraciones Erkoreka ya aclaró que «el PNV tiene un planteamiento realista de la política para lograr cosas; otros hacen política testimonialista».

Las palabras de Erkoreka resultan muy oportunas para hacer una distinción realista entre el precio que se pacta para votar a favor de Zapatero y lo que finalmente se recibe.

El cobro. En su discurso del miércoles en el Congreso Josu Erkoreka hizo una relación exhaustiva de incumplimientos del Gobierno de Zapatero en relación al pago del precio puesto al apoyo a los presupuestos de 2010. Es más, alguno de ellos se remontaba incluso a 2006.

Si el PSOE no cumple sus acuerdos presupuestarios, ¿en qué queda el realismo del PNV? Durante años los jeltzales han justificado oficialmente su apoyo a los presupuestos del Estado en las inversiones que obtenían para la CAV. Por el bien del país, ya se sabe. Pero si ahora se reconoce que muchas de esas inversiones no llegan, que los acuerdos no se cumplen, ¿cuáles eran las verdaderas razones del PNV? ¿Su propia tranquilidad presupuestaria en Lakua y las diputaciones?

El PNV se prepara para volver a negociar con el PSOE. «Somos más amigos del entendimiento que del desencuentro», explicó Erkoreka desde la tribuna de oradores. En un reciente artículo de prensa tras la sentencia del Estatut, Juan José Ibarretxe escribía: «Una sola lección cabe aprender: cuando a uno le engañan una vez, la culpa es de quien te engaña; cuando te vuelven a engañar, la culpa es de uno mismo». En su día se lo escuché también a Josu Jon Imaz, hablando precisamente de acuerdos con el PSOE.

Barkos censuró a Zapatero que haga política «de atajos»

La diputada de Nafarroa Bai, Uxue Barkos, acusó en su turno del debate al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, de llevar a cabo una política de atajos, sin atender a los compromisos de los ciudadanos y sólo pensando en el compañero de viaje que más se acomoda a sus pretensiones para tomar el siguiente camino. Se refirió a la «particular manera de ejercer la política» que tiene Zapatero, que «más allá» de que las circunstancias sean favorables o desfavorables, ha «aplicado la característica fundamental de su impronta: la política de los atajos».

Barkos acusó al mandatario de «prescindir de sus principios teóricos» en función de la «geometría variable», que no es otra cosa que «buscar el compañero de viaje que más se acomoda para tomar el siguiente atajo», Barkos comentó que el presidente del Gobierno se «niega a coger el toro por los cuernos», que ya en el laberinto político, es un «minotauro». O en realidad tres, la economía, el modelo de Estado y la defensa del los derechos civiles, pero «todos tienen un mismo hierro», que es «el atajo como acción política».

En referencia a la ley del aborto, Uxue Barkos le reprochó a José Luis Rodríguez Zapatero que el Ejecutivo que él les impuso a los navarros es el que ahora «recurre las leyes bajo el pretexto de la invasión competencial» y el que se «jacta de ejercer la insumisión legal para no aplicar una ley en vigor a la espera del fallo» del Tribunal Constitucional.

Por su parte, el diputado de UPN, Carlos Salvador, puso a la selección española de fútbol como ejemplo de «proyecto claro, trabajo, sacrificio, unidad y cooperación» e instó al presidente del Gobierno a seguir ese modelo siendo «patriota» y hacer las cosas «bien» para no tener que repetir la cita de Manuel Azaña: «tarde comencé a ser español». A su juicio, falta «pulso político», pero también «conocer el diagnóstico», por lo que el «pronóstico de España sigue siendo reservado».

GARA

Montilla fracasa en su intento de lograr un acuerdo unitario

La cumbre de partidos convocada por el presidente del Govern, José Montilla, para acordar una propuesta de resolución unitaria de rechazo a la sentencia del Estatut para ser votada hoy en el pleno extraordinario del Parlament acabó ayer sin acuerdo.

El líder de CiU, Artur Mas, decidió abandonar la reunión antes de su conclusión y después de informar a PSC, ERC e ICV que su formación apoyará, sin condiciones, lo que el tripartito acuerde. Con ese gesto, informó Efe, Mas pretendió visualizar que CiU facilitaba el pacto, al tiempo que quiso trasladar la responsabilidad de acordar esa resolución al tripartito y, sobre todo, a PSC y ERC que plantean soluciones diferentes a la sentencia. Dejó la pelota en el tejado del PSC y del president Montilla.

Los tres socios de Gobierno criticaron el «tactismo» de CiU, pero reafirmaron su voluntad de seguir trabajando en un pacto que sólo contemplan «a cuatro».

Montilla había reunido en el Palau de la Generalitat a los líderes de las cuatro formaciones políticas. Mas abandonó el lugar tras más de una hora de encuentro y sin defender ninguna propuesta concreta, lo que provocó la indignación de Joan Puigcercós, de ERC. A su juicio, CiU confunde el escenario político en el que los partidos catalanes tienen que expresar su rechazo a la sentencia, al traspasar la responsabilidad de redactar un texto al tripartido, porque el Estatut fue aprobado por el Parlament y no por el Govern, y es en el primer donde se debe votar la resolución.

Aunque ninguna de las formaciones del tripartito explicó con detalle sus propuestas de resolución, PSC e ICV coincidieron en que debería recoger la necesidad de recuperar el Estatut al completo y criticar la interpretación restrictiva del Tribunal Constitucional.

Fuentes de CiU aclararon que Mas «entiende» que la resolución que puedan pactar PSC, ERC e ICV se votará esta tarde en el Parlament y que ese mismo texto se someterá a votación el día 20 en Madrid en el debate sobre política general.

Ayer, en la segunda jornada de este debate el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, defendió la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut tras ser acusado por Rosa Díez (UPyD) de desacato de fallo y señaló que «no podemos tapar la boca» a quienes «se sienten una nación» aunque abogó por «acotar jurídicamente» esa realidad y el alcance jurídico del preámbulo del Estatut. GARA

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