Entre la maraña de datos, estadísticas e indicadores interesados que salen a la luz de tanto en tanto, cuando el momento político o la coyuntura económica lo requiere, el informe sobre el volumen del tráfico de mercancías en el puerto de Bilbo puede tomarse como un termómetro bastante fiable sobre la marcha de la actividad económica vasca. Ayer, la Autoridad Portuaria hizo públicos esos datos que, sin embargo, no consiguen despejar con nitidez si la actividad ha enfilado el camino de la recuperación o, como parece, ésta es una posibilidad aún sin madurar.

Así, el tráfico de mercancías entre enero y junio alcanzó los 15,5 millones de toneladas, un 1,29% menos que hace un año. Sigue, por lo tanto, la tendencia a la baja, pero con una intensidad menor que en 2009, cuando la caída fue del 18%. Y si esa diferencia puede parecer determinante a favor del final de la recesión, hay otro indicador que matiza y modera toda tentación de caer en el optimismo: las exportaciones han bajado este año un 9%, frente al 11% en 2009. Una mínima diferencia que invita a optar por la prudencia a la hora de realizar cualquier valoración sensata.